“La ausencia de vínculos va provocando una cascada de reacciones dentro de la psique de la persona solitaria, de forma similar al efecto del déficit de oxígeno en profundos cambios fisiológicos”. La afirmación se lee en La soledad desde la perspectiva de las personas mayores, un estudio cualitativo que publicó a mediados de este año la Fundación Navarro Viola, una organización que trabaja para mejorar la calidad de vida de niños y niñas y de personas mayores. En este último grupo, dice el trabajo, “la pandemia activó algunos sentimientos de incertidumbre, dentro de los cuales se destaca el sentimiento de soledad”. El texto también señala que el contrato social con este grupo etario “está siendo dramáticamente modificado producto de la crisis sanitaria”.
Pero el problema es previo a la llegada de la COVID-19. “La soledad de personas mayores es una pandemia en sí misma y, de hecho, Gobiernos como el de Gran Bretaña ya la enfocan como tal”, analiza Analía Fariña. directora de Programas de Navarro Viola.
A partir de este diagnóstico, la organización decidió enfocar la entrega de su Premio Bienal, que en 2021 tiene su edición XXI, en proyectos que ayuden a revertir la soledad entre las personas mayores.
Los tres proyectos ganadores, que la Fundación apoyará económica y logísticamente, están atravesados por valores similares: la escucha, el trabajo inter e intrageneracional y la cooperación entre distintas organizaciones de la sociedad civil y los Gobiernos.
Las iniciativas son diversas, inspiradoras y replicables. Una propone formar equipos voluntarios de profesionales y también de personas mayores que busquen a sus pares para tejer redes y realizar actividades juntas. La otra, generar espacios donde los adultos mayores puedan brindar un servicio comunitario mientras establecen vínculos y refuerzan a la vez su autoestima. Y la tercera, crear lugares de envejecimiento activo gestionados por personas mayores, familias y organizaciones de gestión colectiva, en este caso en los barrios calchaquíes.
Contá conmigo
Cuando comenzó la cuarentena, la Comunidad Amijai, una organización judía del barrio porteño de Belgrano, lanzó la iniciativa Contá conmigo para mitigar la soledad de personas mayores. Arrancó dentro de la colectividad y luego la extendió. “Recurrimos al teléfono fijo, el antiguo, para hacer una importante labor de acompañamiento semanal”, cuenta Mariana Parma, psicoanalista y voluntaria en Amijai.
Parma destaca que esta atención “uno a uno” fue una gran ayuda, pero “queda corta”. “Hay soledades no deseadas prepandemia, en pandemia y pospandemia. La idea es que la persona no dependa del llamado semanal de un voluntario. Desde Contá Conmigo queremos, para 2022, armar redes, puentes, vínculos que sean perdurables y entre pares, que las personas mayores se multipliquen entre sí, que tengan vida propia, que se acompañen entre ellos, que generen vínculos, ideas”, agrega.
“Nosotros podemos pensar qué hace falta, pero capaz no es lo que quieren los adultos mayores”, amplía Lidia Grichener, también voluntaria en Amijai. “Estamos seguras de que conectándose entre sí ellos van a generar ideas maravillosas que les sirvan. Esto es ponerlos en un lugar activo, que no sientan esa soledad no deseada”, explica.
Para lograrlo, Amijai planea armar dos equipos de voluntarios. Uno de ellos, compuesto por profesionales afines al tema (como gerontólogos, médicos, psicólogos, etcétera) y el otro, por personas mayores voluntarias. En ambos casos, tendrán cursos de formación de cuatro meses.
Luego, se definirán las actividades que generen estas redes intrageneracionales.
Grichener señala un aprendizaje que dejó la pandemia: “Los voluntarios deben tener una formación. Tenemos que manejar los mismos conceptos, usar un mismo léxico a la hora de abordar a personas mayores”, destaca. La experiencia durante el aislamiento social cuando se contactaron a 300 adultos mayores mediante llamadas telefónicas es la base para la nueva apuesta.
Por su parte, Parma explica los planes para 2022: “Contamos con ciertos espacios e infraestructura, además de, claro, el apoyo de Navarro Viola. Por ejemplo, la Comuna 13 de la Ciudad de Buenos Aires está interesada en participar. Para definir las actividades, primero queremos escuchar a las personas mayores para hacerlo”.
Canas al viento
Manos Abiertas es una fundación que desde 2001 trabaja en Córdoba en distintas problemáticas en torno a la vulnerabilidad social. Una de ellas es la soledad, que aborda mediante la obra Madre Teresa. La directora de esta área es Mariela Castellano.
“Hace veinte años hacemos visitas domiciliarias a personas que están solas. En la pandemia implementamos la llamada telefónica”, dice. Cuenta que, al igual que la experiencia de Amijai, el confinamiento trajo el desafío de enseñarle nuevas tecnologías a la población de adultos mayores.
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Castellano también notó que la soledad no era un problema específico de la situación de aislamiento por la COVID-19. “Nos golpeó muchísimo encontrar personas solas que estaban igual de aisladas desde antes. Personas que viven toda su vida como si estuviesen en pandemia”.
Para ella, “la respuesta a la soledad es vincularnos unos con otros”. Con esa premisa, la fundación pensó una iniciativa que fuera más allá de un contacto presencial o telefónico.
“Nuestro proyecto se llama ‘Canas al viento, envejecer en movimiento’. Creemos que en el movimiento está la resolución, la vida. Surgió escuchando la propuesta de una de las personas que visitábamos. Vamos a generar espacios donde la persona mayor que se sienta sola pueda volver a vincularse a través del servicio. Que en la acción de dar algo a la comunidad se sienta útil, refuerce su autoestima y las ganas de contactarse con otros”, detalla. Y subraya que “el propósito de la vida se puede redefinir a cualquier edad, no solo en la juventud”.
Manos Abiertas asiste hoy a 47 personas mayores en situación de soledad. Castellano explica que estos vínculos ya creados allanan el camino para la nueva iniciativa que cuenta ya con seis propuestas para pasar a la acción. Todas apuntan a “que las propias personas adultas mayores convoquen a otras”.
Las seis propuestas, que están sujetas a la escucha de los adultos mayores involucrados en el proyecto, son: “Córdoba de antaño”, para que las personas mayores vayan a espacios como escuelas primarias a contarles a las nuevas generaciones cómo era la vida a principios del siglo XX; “Círculo de sabiduría”, un espacio de reflexión sobre la evolución del feminismo para mujeres de distintas generaciones; realizar radioteatros junto con estudiantes de Periodismo; confeccionar un “recetario ancestral” en el cual las personas mayores incluyan recetas de cocina o de remedios caseros, para compartir en comedores comunitarios; “Consejos de los sabios”, para que adolescentes puedan pedir consejos de adultos mayores en parques y un café bar donde se realicen eventos culturales.
El legado de León
León Feller era un empresario de Tucumán siempre ocupado en alguna tarea solidaria. A sus 80 años visitaba pacientes en un hospital y en 2003, a sus 90, como homenaje, se creó la Fundación León en la capital provincial. “Él es nuestro ADN. Existimos por el sueño de una persona mayor. Y algo que él siempre decía era que ‘la única manera de combatir la soledad es teniendo proyectos’”, recuerda Diego Aguilar, director de la organización. Feller falleció en 2014, a los 101 años.
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“Creemos que un proyecto de vida es posible también cuando se transita esta etapa”, destaca Aguilar. Y opina que “el envejecimiento activo combate la soledad”.
Con esa premisa, la Fundación León trabaja desde hace 18 años en el área metropolitana de Tucumán y su acompañamiento a personas mayores incluye actividades como talleres de estimulación cognitiva, de actividad física o de alfabetización digital. Ahora, buscan extender su acción más allá del aglomerado urbano.
“Desarrollamos un diagnóstico para trabajar en los valles calchaquíes, la zona de alta montaña de Tucumán, en el oeste provincial. Ahí hay mayores dificultades para acceder a diferentes programas o dispositivos como este”, señala Aguilar. La zona, habitada por distintas comunidades diaguitas, ha sido históricamente relegada y discriminada, agrega.
“Desde León pensamos que sería interesante replicar allí lo que hacemos. Nuestro abordaje ahora es intercultural, sin imponer, sino construyendo en conjunto con la comunidad”, explica. Por eso, aclara, el de 2022 es un proyecto abierto.
La idea es generar espacios de envejecimiento activo, gestionados por personas mayores, familias y organizaciones de gestión colectiva.
“Nos parece importante que, a la par del envejecimiento y la soledad, trabajemos con otros problemas de la zona, como la inclusión educativa y el fortalecimiento de emprendedores”, considera Aguilar. En esa parte de Tucumán la fundación ya implementa otros proyectos, como becas universitarias para jóvenes.
Se apunta a crear un consejo intergeneracional con un lugar significativo para personas mayores, sobre todo mujeres. “Son las voces más silenciadas pese a ser mayoría”, aclara Fariña. Está previsto el trabajo con Gobiernos locales, referentes comunitarios y universidades.
“Creo que la clave es escuchar. Este proyecto es una escucha de lo que está pasando. Si queremos darles protagonismo a las personas mayores no podemos ir y pretender ayudarlas sin escuchar. Es importante que ellas mismas sean parte de la solución”, reflexiona Aguilar.
Modelos replicables
Fariña destaca que desde Navarro Viola ponen “la mirada en modelos que se pueden replicar, transformar en otra cosa”. El Premio Bienal, dice, sirve “para despertar la mirada de otras organizaciones. Porque el Estado tiene una responsabilidad insoslayable, pero también es imprescindible el trabajo de las instituciones, a nivel local, con el vecino, con quien vive al lado”.
En esa línea, subraya que los proyectos premiados este año son “modelos sumamente sencillos, aunque la tarea sea ardua”.
“Las tres organizaciones saben que no es posible trabajar en forma solitaria. Hay que articular con Gobiernos: somos aliados, no buscamos competir sino colaborar”, suma Fariña.
También rescata los abordajes intra e intergeneracionales. “Las personas mayores tienen mucho para darles a sus pares y generar vínculos, como entienden muy bien, por ejemplo, en el proyecto de Amijai. Y, a su vez, es importante que se vinculen con los jóvenes, como en los programas de Manos en Acción, porque esto empodera”. En el caso de Tucumán, subraya también el enfoque transversal, que trabaja la inclusión de pueblos originarios.
“Son modelos fáciles de trabajar, siempre desde una perspectiva de derechos humanos”, cierra.
Las iniciativas son, acaso, formas prácticas de ejecutar algo más profundo. Lo que Parma, de Amijai, llama un “cambio de paradigma”: “Suena ambicioso, pero lo que buscamos quienes estamos en proyectos así es cambiar lo que está naturalizado en relación a las personas mayores. Darles otro lugar. Otra voz”.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN, y fue publicada originalmente el 28 de octubre de 2021.
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