El mundo se enfrenta a crisis simultáneas de pérdida de biodiversidad y de cambio climático, que están profundamente conectadas y requieren medidas ambiciosas para ser abordadas. Esto es especialmente relevante para América Latina, que ha sufrido más pérdidas significativas de biodiversidad que cualquier otra región, y que además está sometida a múltiples fenómenos meteorológicos extremos que se prevé que aumenten en frecuencia e intensidad en el futuro.
Con el fin de abordar estos retos, los gobiernos se reunirán en la primera parte de la Conferencia sobre Biodiversidad de la COP15, y en la Conferencia sobre Cambio Climático de COP26. Los primeros debates ya tuvieron lugar en la Asamblea General de las Naciones Unidas, que incluyó una conferencia paralela de un día de duración sobre los sistemas alimentarios.
El director general del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), Marco Lambertini, abordó la importancia de incluir soluciones basadas en la naturaleza en los planes de descarbonización de los países. El mundo tiene que ser "positivo para la naturaleza" en 2030, un objetivo que espera que los gobiernos incluyan en el nuevo marco global de biodiversidad que se debatirá en la COP15.
—En la ONU, los países desarrollados hicieron grandes anuncios sobre el clima, como la promesa de China de poner fin a la financiación pública del carbón. Pero aún queda un largo camino por recorrer, ya que los países en desarrollo piden más ambición climática. ¿Cómo puede la COP26 marcar la diferencia?
—Hemos visto un compromiso y una acción crecientes hacia la neutralidad del carbono y un futuro con cero emisiones para 2050. La economía y la sociedad en su conjunto piden avanzar en la dirección correcta, pero no lo suficientemente rápido. Varios países están actuando, pero necesitamos ver más. Aumentar la ambición es lo más importante para conseguir un efecto dominó en otros países. Tengo la esperanza de que la COP26 conseguirá avances significativos, pero probablemente no serán suficientes. Un verdadero avance sería que los países que aún están rezagados tomen medidas en pos de la acción climática.
—¿Cuáles son los temas clave que le gustaría que se tratarán en la próxima COP26?
—La conexión entre la naturaleza y el clima tiene que tener un papel central. Las soluciones basadas en la naturaleza son una herramienta fundamental para mitigar hasta el 30% de las emisiones mundiales. La pérdida de la naturaleza está agravando el cambio climático, y los incendios forestales son los más evidentes. Nos gustaría que las soluciones basadas en la naturaleza se adoptaran más formalmente como parte de los planes de cero emisiones netas para 2050.
—La ONU también celebró recientemente la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios. Aunque hay acuerdo en que el sistema alimentario mundial está roto, las partes interesadas están divididas sobre cómo solucionarlo. ¿Ha cambiado algo la cumbre?
—La cumbre reunió a todas las voces en torno a la producción y el consumo de alimentos, por lo que no era de extrañar que hubiera opiniones discrepantes sobre el camino a seguir. Aun así, la cumbre fue muy significativa y sirvió para abrir el debate. Se ha reconocido que los sistemas alimentarios le están fallando a las personas y que hay grandes problemas de hambre, desigualdad y acceso a los alimentos. También [los sistemas alimentarios] le están fallando al clima, ya que son el principal motor del cambio climático y de la pérdida de la naturaleza.
La cumbre tuvo lugar justo cuando la ONU está próxima a ser anfitriona de conversaciones sobre el clima y la biodiversidad. Existe la oportunidad de aprovechar los resultados de la cumbre sobre alimentación para inspirar ambos debates de la ONU a fin de adoptar objetivos y acciones relacionadas con el sistema alimentario. Lo decepcionante es que se trataba de una cumbre y no de un evento de toma de decisiones. No se tomaron muchas decisiones. No hubo muchos gobiernos que establecieran un vínculo claro entre la alimentación, la salud humana y la salud del planeta. Tenemos que aprovechar esto y continuar la conversación, desarrollando objetivos comunes que persigan tanto los gobiernos como las empresas y los consumidores.
—Los gobiernos participarán este mes de la primera parte de las conversaciones sobre biodiversidad en la COP15, que continuarán el año que viene en China. Ya hay un borrador de lo que será el nuevo acuerdo global de biodiversidad para sustituir las metas de Aichi. ¿Qué espera de las próximas negociaciones?
—Hay algunos avances positivos en el borrador en comparación con las metas de Aichi. Hay una voluntad de definir objetivos cuantitativos medibles en el nuevo marco de biodiversidad, lo cual es significativo si se tiene en cuenta que el único objetivo de Aichi que se cumplió fue el que llevaba una cifra numérica [áreas protegidas]. Los objetivos cuantitativos centran la atención y aumentan la responsabilidad. Si no se puede medir, no se puede hacer. El nuevo borrador tiene muchos más objetivos cuantitativos y eso es un buen avance.
Sin embargo, falta un objetivo global para la naturaleza, un destino claro para todos estos esfuerzos que estamos planeando hacer. Tenemos un destino claro para el clima: la descarbonización para 2050. Se pueden desarrollar vías y un plan basados en eso. No tenemos algo así sobre la naturaleza en el borrador actual, así que estamos sugiriendo un objetivo global más claro para la naturaleza: "Naturaleza positiva para 2030", lo que significa que tenemos que tener más naturaleza para el final de la década [que en 2020], medida en términos de especies y ecosistemas. Los gobiernos tienen que comprometerse a tener más peces, bosques, polinizadores y biodiversidad en general. Tiene que ser la nueva brújula de la naturaleza.
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—¿Todavía hay tiempo para introducir estas modificaciones en el borrador del nuevo acuerdo?
—China se convertirá en el presidente de la cumbre de biodiversidad e impulsará las negociaciones. Todavía quedan varios meses para solucionar las diversas lagunas que presenta el borrador, la primera de las cuales es la falta de un objetivo global para la naturaleza. Esto tiene que estar en el acuerdo. También necesitamos más claridad en los objetivos de producción y consumo. Esto incluye objetivos sobre agroecología, agricultura regenerativa, pesca sostenible [y] infraestructura sostenible, algo muy relevante para China con la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI). China ha desarrollado una BRI verde y está dando pasos en esa dirección. Tenemos que ecologizar los sectores económicos clave que son los que provocan la pérdida de la naturaleza.
También está la cuestión de la financiación. Se trata de la financiación de los esfuerzos directos de conservación, con un déficit de 80.000 a 100.000 millones de dólares al año para ayudar a los países en desarrollo a proteger el 30% de sus tierras y océanos. Esto tiene que ir acompañado de la reorientación de todas las subvenciones perjudiciales que se gastan para la agricultura, la pesca y la silvicultura. Se trata de un dinero que tiene que ser reutilizado, como está ocurriendo ahora con las subvenciones a los combustibles fósiles que van a parar a las energías renovables. Tenemos que ver lo mismo en estos otros sectores para que sean positivos para la naturaleza.
—Los gobiernos latinoamericanos han pedido un canje de deuda por naturaleza o de deuda por clima en medio de la pandemia del COVID-19. ¿Puede ampliarse este mecanismo en una región con un alto nivel de endeudamiento y un capital natural muy importante que actualmente está en peligro?
—Es una herramienta muy importante que hay que tener en cuenta. Ahora es uno de los mejores momentos de la historia para que los países adopten los canjes de deuda por naturaleza. La crisis del COVID-19 ha aumentado la deuda soberana en todas partes, especialmente en los países en desarrollo. Apoyamos la idea de multiplicar estos planes. No habrá canjes suficientes, así que hay que llevarlo a cabo junto a otras herramientas, como la reorientación de las subvenciones y los bonos verdes soberanos. Estos pueden ser utilizados por los gobiernos para invertir en la transición hacia sociedades positivas para la naturaleza.
Tenemos claro el problema y conocemos las consecuencias que está provocando en nuestra economía y sociedad. La única respuesta es emprender una transición que no signifique dejar de desarrollarse. Se trata de hacer crecer la riqueza de una manera diferente. Una combinación de innovación, tecnología y cambio de comportamiento individual podría lograrlo. Eso está ocurriendo en el ámbito de la energía, pero también tenemos que verlo en la alimentación, en la agricultura, en la pesca y en la forma en que utilizamos nuestros recursos. El mundo tiene que acordar el destino y el plan para llevar a cabo esa transición, sin dejar a nadie atrás.
—América Latina es una superpotencia en biodiversidad y depende de su capital natural para su desarrollo económico. Pero la biodiversidad de la región está gravemente amenazada, como ha puesto de manifiesto el Informe Planeta Vivo de WWF. ¿Cómo puede América Latina conservar mejor su biodiversidad y al mismo tiempo lograr una recuperación ecológica de la pandemia del COVID-19?
—El valor económico de la biodiversidad es enorme. Tenemos que redescubrir y contabilizar adecuadamente el valor de la biodiversidad. Casi la mitad de la población activa del mundo depende de los sistemas naturales, como el turismo y la agricultura. Tenemos que preservar ese capital natural que tanto genera para la economía y restaurar lo que podamos. Cuanto más tengamos, más apoyaremos a nuestras economías. Hacerlo significa detener la pérdida de biodiversidad protegiendo más de lo que queda en el planeta y evitando la destrucción y conversión de los bosques, lo que también significa cambiar la forma en que producimos los alimentos. Especialmente en América Latina, ya que esto está impulsando la deforestación.
*Este contenido fue publicado originalmente en Diálogo Chino el 6 de octubre de 2021.
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