A fines de junio la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a China libre de malaria, una enfermedad que aquejó al país durante setenta años. Haber logrado pasar de 30 millones de casos a ninguno no es una hazaña menor y puede significar una inspiración para los países que no han podido librarse del flagelo, como el vecino país de China, Myanmar.
La malaria es una enfermedad ocasionada por parásitos, que se transmite por la picadura de mosquitos hembra infectados del género Anopheles. Y es, de hecho, una de las mayores amenazas de seguridad pública en el mundo, ya que por año se registran 200 millones de casos y 400.000 muertes. Según datos de Médicos Sin Fronteras, la mitad de la población mundial está en riesgo de contraerla. Y si bien varios países ya han sido declarados libres de la enfermedad —también llamada paludismo—, como la Argentina, Paraguay y El Salvador, a muchos otros les urge saber cómo hacer para acceder a esa categoría.
"El éxito de China en la eliminación del paludismo arranca de un compromiso político inquebrantable, a todos los niveles de gobierno, de poner fin a la enfermedad a lo largo de 70 años", señala por su lado la OMS en un comunicado oficial. "En la primera estrategia de lucha antipalúdica de China, publicada en 1951, se señalaba que el Gobierno debía considerarla una 'tarea central' de su administración y que debía hacer todo lo posible por reducir la carga de la enfermedad en el país", agrega.
La movida china
En 1940 China era víctima de 30 millones de casos de malaria y 300.000 muertes por año a causa de este flagelo. La enfermedad alcanzaba al 70% de la población y, por no contar con un tratamiento adecuado, el país se iba desintegrando en su infraestructura social. Por otra parte, en los años 50 solo 20.000 médicos chinos practicaban la medicina occidental, de modo que se tenían a mano muy pocos recursos de lo que hoy se conoce como medicina moderna.
Mao Zedong, el líder de la República Popular China, priorizó entonces combatir el paludismo cuando vio cómo le debilitaba el mandato y en 1967 el Gobierno montó un equipo conocido como Proyecto 523, que reunió a 500 científicos de 60 instituciones para encontrar una droga capaz de acabar con la malaria. La empresa no era sencilla: a esa altura, tanto Estados Unidos como China habían probado más de 240.000 compuestos y ninguno había funcionado. Además, el parásito de la malaria había desarrollado una resistencia al tratamiento existente y como consecuencia estaba resurgiendo con más fuerza.
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Una mujer encuentra la solución
Tu Youyou fue sumada al proyecto 523 dos años después de su creación. Esta profesora china, familiarizada tanto con la medicina china como con la occidental, empezó a escudriñar antiguos textos de medicina local en busca de una solución, luego de haber pasado seis meses en el sur del país estudiando de primera mano los efectos devastadores de la enfermedad.
Junto a tres asistentes comenzó entonces a revisar más de 2.000 recetas de remedios tradicionales chinos. Probaron en ratones unos 380 extractos hasta que finalmente se toparon con uno que era capaz de reducir la cantidad de parásitos de malaria en sangre. El compuesto provenía de una planta muy común en China, el ajenjo dulce o Artemisia annua, que se había usado tradicionalmente para tratar fiebres intermitentes, también uno de los síntomas de la malaria. Tras varios intentos fallidos, Youyou dio con una solución con éter, que probó en ratones y en monos ¡y que resultó 100% efectiva!
Pero ¿sería esta fórmula también segura en personas? Para averiguarlo, Youyou y su equipo la probaron primero en sí mismos y verificaron que no tenía ningún efecto secundario. Continuaron luego haciendo lo propio con obreros que habían adquirido la enfermedad en el campo y comprobaron que estos empezaban a mejorar en menos de dos días.
Del anonimato al Nobel
El descubrimiento de Tu Youyou llevó al desarrollo en 1972 de la Artemisinina, que es todavía hoy el tratamiento más efectivo para la malaria. Sin embargo, en China a ella no se le dio ninguna importancia y de hecho sus hallazgos se publicaban anónimamente (en parte también porque entonces se consideraba más importante el grupo de trabajo que el individuo).
Cualquiera fuera el motivo, recién a partir de 2005 —y gracias a un investigador norteamericano que quiso saber a toda costa quién había sido responsable del descubrimiento de la Artemisinina— Youyou fue reconocida, según relata el New Scientist. De hecho, se dice que cuando finalmente se la ubicó, vivía en un departamento con calefacción entrecortada y una heladera en la que guardaba sus extractos de hierbas.
Youyou recibió así el premio Nobel de Medicina en 2015 sin haber terminado siquiera sus estudios de Medicina. "Un regalo para la gente de todo el mundo de parte de la medicina tradicional china" fueron las palabras que eligió para referirse a su logro quien también fue la primera mujer china en recibir un premio Nobel y la primera persona del área de las ciencias en ser elegida para el galardón.
¿Cómo eliminó China la malaria?
"A partir de la década de 1980 y mucho antes de que fueran una intervención recomendada por la OMS, China puso a prueba de manera extensiva sobre el terreno el uso de mosquiteros tratados con insecticida", cuenta la OMS. "Tales mosquiteros redujeron considerablemente la incidencia del paludismo en las zonas donde se utilizaron, principalmente en las provincias de Sichuan, Guangdong, Henan y Jiangsu", agrega.
El país asiático de hecho nunca se cruzó de brazos y encaró una acción masiva y sostenida en el tiempo, que empezó en 1951 y fue adaptándose con el paso de los años.
"A través de un acuerdo firmado en 2010, 13 ministerios —en representación de los ámbitos de la aduana, la salud, la educación, las finanzas, la investigación y la ciencia, el desarrollo, el orden público, el ejército, la policía, el comercio, la industria y la tecnología de la información, los medios de comunicación y el turismo— unieron fuerzas para poner fin al paludismo en todo el país", precisan desde la OMS. "Todos ellos formularon conjuntamente el 'Plan de Acción para la Eliminación del Paludismo en China (2010-2020)', que fue el punto de arranque del programa nacional de eliminación del paludismo", añaden.
La estrategia de alinear a tantos actores —algo que se le hizo más fácil a China seguramente a causa de su régimen autoritario— resultó fructífera. Tampoco hoy el país descansa en los laureles. Tiene un abordaje de vigilancia sumamente eficaz conocido como 1-3-7 para frenar el paludismo. En efecto, si hay sospecha de malaria, es necesario informarlo a la agencia local de control de la enfermedad en el día 1; en el día 3, el caso debe confirmarse y, además, debe verificarse si hay propagación; y en el día 7, tanto el paciente como los posibles afectados deben estar controlados.
Es importante aclarar que esta vigilancia es posible porque China ofrece un conjunto básico de servicios de salud pública para sus residentes que es gratuito; entonces, cualquiera sea su situación jurídica o financiera, todos tienen acceso a servicios para el diagnóstico y el tratamiento del paludismo.
En su publicación Reasons to be cheerful ("Razones para alegrarse" en español) del 27 de agosto, David Byrne hace una buena síntesis de las razones por las que China tuvo éxito en su desafío: "Echó mano a una herramienta —los mosquiteros— que consideró útil y cuya eficacia no había sido todavía probada; hurgó en el conocimiento médico chino ancestral en busca de una solución en lugar de considerarlo obsoleto; e integró a todos los sectores y actores para optimizar los resultados del esfuerzo conjunto". Probablemente ningún país pueda o deba imitar a China al pie de la letra, pero sí extraer ideas de cómo actuar para erradicar la malaria.