La semana pasada, desde los ministerios de Salud de todo el país se acordó la sugerencia de incluir a personas gestantes y en período de lactancia sin enfermedades preexistentes o factores de riesgo entre los grupos prioritarios para recibir la vacuna contra el coronavirus. Además de esta medida, se conocieron dos nuevos estudios científicos realizados por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Hospital Clínico Universitario de Valencia en el marco de la iniciativa MilkCorona, una investigación multidisciplinaria para estudiar el impacto que tienen la COVID-19 y la vacunación sobre la lactancia materna. Ambos confirmaron que la leche materna es transmisora de anticuerpos, tanto en el caso de las personas vacunadas como en el de aquellas que contrajeron la enfermedad. Por el contrario, los estudios no encontraron restos del virus en ninguna de las muestras de leche analizadas.
Que las personas gestantes y en período de lactancia se vacunen y que quienes se hayan contagiado de COVID-19 y amamantan lo sigan haciendo es la primera ―y por ahora la única― respuesta para inmunizar a los y las lactantes, población para la que aún no existen vacunas. Pero el miedo y las suspicacias al respecto continúan. Y los mensajes contradictorios por parte de algunos profesionales de la Salud, también, pese a que la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, sostuvo que la recomendación cuenta con el aval de la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn).
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Paola de los Santos es puericultora desde hace dos décadas. Trabajó en el consultorio de lactancia y en el sector de Neonatología de la Maternidad Sardá, suele ser convocada como especialista en lactancia en medios de comunicación, es conferencista sobre lactancia para la marca Philips Avent desde hace casi 10 años, es la creadora de la campaña virtual #YODOYLATETA y autora del libro con el mismo nombre. El texto se transformó en una consulta casi obligada para personas gestantes que tienen el deseo de amamantar: a lo largo de las páginas, responde preguntas frecuentes respecto a la lactancia en sus diferentes etapas, desarma lo mitos y espanta los fantasmas que la rodean. Además, brinda charlas gratuitas, ahora en diferentes plataformas virtuales, que sube a su cuenta de Instagram, con casi 100.000 seguidores.
Paola atendía online incluso antes de la pandemia porque acompaña mujeres que residen tanto en la Argentina como en otros países del mundo; sin embargo, asegura que en este nuevo escenario aumentó la demanda. Es elegida por miles de embarazadas y madres recientes, entre las que se encuentran muchas famosas, para que las acompañe en el camino de la lactancia.
En esta entrevista habla sobre cómo afectó la pandemia a la población obstétrica y despeja dudas sobre qué sucede con la vacuna en personas gestantes y en período de lactancia.
—¿Cómo viviste vos, como puericultora, este casi año y medio que llevamos de pandemia? ¿Cuáles fueron y cuáles son los mayores miedos de las mujeres que atendés y qué les recomendás?
—Desde el inicio de la pandemia, las embarazadas y mamás recientes tuvieron mucho miedo de contagiarse. Se cuidaron un montón, mucho más que las personas que no estaban embarazadas ni amamantando. Tuvieron muchísimo, muchísimo cuidado prenatal, que creo que es lo que hace falta cuando estás desprotegida; es decir, si no tenés ninguna opción de laboratorio como la vacuna. Y estaban muy preocupadas sobre qué pasaría si se contagiaban. Y la verdad es que acompañé a muchas mujeres embarazadas y con COVID que estuvieron bien, otras que fueron internadas [en clínicas u hospitales] y también estuvieron bien y, de las tantas que atendí, dos fallecieron antes del parto. No estaban vacunadas.
—¿Cuál es la recomendación para las mujeres con COVID en cuanto a la lactancia?
—Si tenés COVID estando cerca de la fecha de parto, incluso al momento de parir o después, lo mejor que podés hacer es amamantar porque tenés anticuerpos. Todavía no sabemos cuántos, cuál es su concentración ni cuánto duran. Pero esto es lo que sí sabemos. Soy muy cautelosa al hablar al respecto, porque lo que se sabe hoy, mañana cambia, entonces hay que ir siempre a las evidencias científicas del día, de la semana pasada y hasta ahí nomás. A varias de las mujeres a las que acompañé en la etapa prenatal las atendí también con sus bebites ya nacides, y amamantaron y estuvo todo bien. En la Argentina, no se hacen estudios de leche, entonces no te puedo decir si esa leche efectivamente tenía anticuerpos. Lo que sí recuerdo es que las mujeres que atendí que estuvieron internadas durante el embarazo habían tenido COVID unos dos meses antes de parir, con lo cual, tenían anticuerpos.
—Es decir que, aunque una mujer tenga COVID, siempre es mejor que dé la teta
—Sí, siempre es mejor que dé la teta, totalmente. Salvo que la madre se sienta muy mal, que la COVID le haya agarrado muy, muy fuerte. En esos casos se recomienda que se saque leche y se la den al bebé, si ella no puede hacerse cargo físicamente. Pero si no, la recomendación es siempre dar la teta. Algunos profesionales siguen recomendando que la mujer use barbijo mientras amamanta y que se higienice las manos antes, pero depende el caso: si hablamos de un recién nacido, lo más probable es que ese bebé ya esté inmunizado porque cuando la madre tuvo los síntomas ya le pasó los anticuerpos.
—Y si tiene COVID después, pero sigue amamantando los anticuerpos pasan a través de la leche, según los nuevos estudios que hicieron en España con mujeres vacunadas y mujeres que habían tenido el virus y amamantaban. De hecho, también las mujeres en período de lactancia son ahora un grupo prioritario para vacunarse. Pese a todas las recomendaciones, ¿sigue habiendo dudas sobre la seguridad de la vacuna en esta población?
—Sí. Pero si vas a e-lactancia ―el sitio que informa sobre la compatibilidad de los fármacos y los procedimientos médicos con la lactancia materna― y ponés “vacuna contra COVID-19”, vas a encontrar que el nivel de riesgo es muy bajo. Este sitio tipifica los riesgos como “muy bajo”, “bajo”, “alto” o “muy alto”. El nivel de riesgo de la vacuna contra la COVID-19 fue revisado el 29 de enero de este año y fue calificado como “muy bajo”. O sea: es absolutamente segura y compatible. Punto. E-lactancia es la palabra máxima respecto a la compatibilidad.
—¿Cualquiera de las vacunas contra la COVID?
—Están diferenciadas, pero sí, no hay problema: cualquiera de las vacunas. AstraZeneca, Sputnik, Sinovac, Covaxin, Pfizer, la que sea. De hecho, las mujeres embarazadas se vacunan contra otras cosas y no se lo cuestionan. Que nadie nunca antes preguntó la procedencia, la nacionalidad de la vacuna, es un hecho. Esa es otra discusión que no se puede creer… Yo puedo llegar a entender que haya temor o inseguridad porque estamos hablando de un virus nuevo y es verdad que las vacunas no tienen un desarrollo de 4 o 5 años. También entiendo que cuando estás embarazada todo pasa a tu bebé y a algunas mujeres eso les da todavía más miedo, pero también es verdad que te podés contagiar COVID y morir. Ahí ya hay una decisión absolutamente personal sobre el propio cuerpo. Una amiga de mi hija está embarazada de 33 semanas y tiene presión alta. Yo la consulté a [la infectóloga] Florencia Cahn, porque hablo con ella muy seguido, y me sugirió que se vacunara. Se lo dije y de todos modos a la amiga de mi hija le da miedo. Y bueno. Yo la entiendo.
—Cuando arrancó la pandemia, el año pasado, y no había demasiada información se decía que las embarazadas no eran particularmente una población de riesgo. ¿Esto cambió con la segunda ola y la mayor cantidad de información disponible?
—La verdad es que sí. Según la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), el riesgo está aumentado en la población obstétrica. Por eso, recomiendan la vacuna en ese grupo.
—Al principio de la pandemia, si la persona gestante tenía COVID o aunque no lo tuviera y simplemente por protocolo, en algunas instituciones la separaban del bebé después del parto. ¿Atendiste a mujeres a las que les haya sucedido eso?
—Sí. Acá, en la Argentina, escuché sobre muy pocos casos. Casi ninguno, te diré, en comparación con otros países. Yo atiendo a mucha gente que vive en el exterior. Muchas veces se piensa que estamos peor que en cualquier otro lugar del mundo, pero a mí me sirve mucho y me sirvió más que nunca en este contexto de pandemia atender en el exterior para darme cuenta de que no es tan así. Por ejemplo, en algunas instituciones de Irlanda (no sé por qué, tengo muchas consultas de allá) no admiten ni siquiera que entren los acompañantes al parto. Y después solo pueden ir en horarios de visita. Algo absurdo. También recuerdo que atendí mujeres en Inglaterra, en España y en Brasil a las que separaron de sus bebés.
—En esos países, ¿también se dejó de hacer?
—Está más laxo ahora, sí, se ha relajado. Pero durante todo el año pasado solo escuché relatos del orden del horror. Por ejemplo: a una mujer que atendí en Irlanda, que tuvo un parto sin complicaciones, ni siquiera la dejaron estar con su pareja cuando empezó el trabajo de parto ―que fue extenso, como suelen ser― por protocolo de COVID. Sin ningún sentido. Una vez que parió, le sacaron a su bebé. ¿Por qué? Porque por protocolo no podía tener acompañamiento en la habitación. ¡Una locura! Entonces, ella lo veía muy poco. Su bebé estaba bien de salud, no había ningún factor que señalara que tuviese que estar en otra sala o bajo otro tipo de cuidados. El marido podía entrar a verla solo en horario de visita (lo que también es rarísimo, porque es más peligroso eso que quedarse de entrada con ella) y ahí le llevaban un poco al bebé. Pero estuvo tan separada de su hijo que estaba superangustiada y cuando se lo llevaban pedía ayuda porque sentía que no lo podía tener. La pasó muy mal a causa de eso. Y terminó con depresión posparto, con muchísimos problemas en la lactancia, con medicación. Horrible. No es el único caso. No se tiene dimensión de lo que implica separar a una mamá de su bebé. A ver: cuando hay que separarla por motivos de salud, de ella o del bebé, hay que hacerlo, obviamente, porque hay urgencias que atender; pero en este caso no era así.
—Gracias a la ciencia hoy tenemos vacunas y todo esto que mencionás, al menos en muchos lugares, ya se maneja diferente. Con todo lo que se avanzó y se modificó desde que empezó la pandemia hasta hoy, ¿cómo cambiaron las consultas de las mujeres que atendés? ¿Qué es lo que más te preguntan ahora?
—Me siguen consultando si dar o no la teta en caso de contagiarse, cosa que está demostradísimo, desde el año pasado, que se puede hacer. También me llegan todo el tiempo consultas sobre si se pueden vacunar y la respuesta es que en todos los casos una mujer puede amamantar con tranquilidad a su hijo, que de hecho lo está inmunizando y lo está protegiendo. Porque la lactancia materna protege, no solamente con los anticuerpos de la COVID sino con todos los demás anticuerpos que tiene la mujer que amamanta. O sea, que si una mujer que amamanta se contagia de COVID o se vacuna, su bebé queda más protegido aún. Pero me lo siguen preguntando porque sus obstetras muchas veces les dicen que no es seguro [vacunarse]. ¿Según quién? Según ellos. Y a mí el “según ellos”, cuando hay pruebas que acreditan lo contrario, me irrita. Que me citen un estudio. Que me citen una prueba y me digan por qué no. Sí comprendo, un poco, cuando a muchas mujeres que están por finalizar el embarazo les dicen, por si la vacuna les llegara a generar algún síntoma: “Sabés qué, guardate hasta que tengas a tu bebé, pero ahora no te vacunes. Mirá si justo te sentís mal dos o tres días y empezás el trabajo de parto en ese momento”. Claro que también hay muchos obstetras que sí recomiendan la vacuna: una mujer que vive en Neuquén y atendí con su primera hija, que ya tiene 3 años, y ahora está embarazada de nuevo, se contagió COVID en la semana 12 de gestación porque en el jardín de la nena ocultaban contactos estrechos y no respetaban las burbujas. Atravesó bien el virus, pero sus obstetras, el de Neuquén y el de Buenos Aires, le recomendaron fervientemente vacunarse. A otra mujer embarazada que también atendí con su primer bebé, acá, en la Ciudad de Buenos Aires, que está con algunas cuestiones relacionadas con las proteínas y los riñones, su obstetra le recomendó fervientemente vacunarse. En estos casos, ambos insistieron en que lo ideal es no llegar al tercer trimestre sin vacunarse por la cuestión inflamatoria propia del embarazo y la que puede causar el coronavirus. Imaginate que yo no puedo responder por Instagram si te podés vacunar o no. A las que consultan por las redes les sugiero siempre que consulten con sus médicos y les mando los links con las recomendaciones de los organismos oficiales. Después, que saquen sus conclusiones.
—Entonces es importante vacunarse en todos los casos, si no hay alguna contraindicación médica, porque una mujer que amamanta puede transmitirle los anticuerpos al bebé que, hasta ahora, es la única manera conocida de inmunizarlo en alguna medida. Lo cual no es menor, porque no hay vacuna pediátrica.
—Por supuesto. Es superimportante. Es más: algunas mujeres con bebés e hijos más grandes, además de amamantar a los chiquitos se sacaron leche y se la dieron ―o la mezclaron en la comida― a sus hijos más grandes durante varios días, en el afán de transmitirles algo de inmunidad. Siempre deben consultar a su médico, pero si no hay ninguna contraindicación lo ideal es que se vacunen.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN, y fue publicada originalmente el 23 de junio de 2021.
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