El artista chaqueño visitó el jardín de infantes del Centro de Atención Integral San Cayetano y pintó junto a los chicos. “Cuando nos involucramos los grandes con los más chicos, les estamos enseñando otro camino”, dijo.
Es una mañana soleada de primavera y Milo Lockett se encuentra en camino hacia el barrio Santa Rosa, en el conurbano bonaerense. Allí, el pintor chaqueño espera sorprender a un grupo de 60 niños y niñas que por dos meses se sumergieron en el mundo de sus obras de colores explosivos y características figuras.
Elefantes azules, corazones violetas, caras cuadradas rojas, caras redondas verdes, y otras figuras fueron de a poco copando las paredes del jardín de infantes del Centro de Atención Integral San Cayetano.
“Es buenísima la obra de Milo para nivel inicial”, cuenta Matilde Nemi, directora del jardín. “Su obra tiene los trazos bien marcados, usa colores definidos, sirve un montón para trabajar distintas técnicas con los chicos”.
Fue tal la fascinación de los niños de 4 y 5 años con la obra de Lockett que, a finales de septiembre de este año, Nemi decidió escribirle una carta al artista invitándolo al jardín para sorprenderlos. Y gracias a un contacto en común, la sorpresa se pudo concretar el pasado 17 de octubre.
Con un grito de “¡¡Milo!!”, los niños recibieron al artista, que también es conocido por su compromiso social y su involucramiento con distintas comunidades del país.
Para los niños, lo que siguió fue una jornada de creatividad, pintando mano a mano con uno de los artistas más reconocidos del país. Pero para Milo, la actividad se trató de mucho más que eso.
“Lo que produce el arte es algo maravilloso porque permite que las personas se miren y compartan el espacio”, dice Milo. “Acá lo que estamos haciendo es construir comunidad. Cuando nos involucramos los grandes con los más chicos, les estamos enseñando otro camino, los estamos reconociendo y ayudando con su autoestima. Todo lo que nos sucede cuando somos chicos es lo que va a determinar lo que vamos a ser cuando seamos grandes, y eso es algo que los adultos tenemos que entender.”
Fotografía: Rodrigo Mendoza