Esteban Bullrich: el poder de la vulnerabilidad- RED/ACCIÓN

Esteban Bullrich: el poder de la vulnerabilidad

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Aunque buena parte de las palabras del senador se refieren a su condición actual, su mensaje va mucho más allá.

Esteban Bullrich: el poder de la vulnerabilidad

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La carta en la que senador cuenta que fue diagnosticado de ELA y la entrevista que dio en CNN muestran el valor de las paradojas: Bullrich es hoy mucho más poderoso que hace unos meses, y hasta es posible que su capacidad de transformar la realidad que lo rodea sea mayor que la de cualquier otro político argentino.

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Imagen: CNN

El gigante. La estadounidense Brené Brown alcanzó fama mundial hace más de una década gracias a sus estudios sobre la vulnerabilidad y otros temas que incomodan a todos los seres humanos. Una de sus tesis es que reconocerse vulnerable da poder: quien tiene el coraje de aceptar su imperfección, reduce su miedo al fracaso y a no ser aceptado. Y de ahí a la felicidad no hay un trecho largo. Disruptivo.

El 28 de abril, Esteban Bullrich publicó una carta en su cuenta de Twitter en la que contaba que padece Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa que provoca parálisis muscular y, entre otras cosas, afecta al habla. Su mensaje sereno y esperanzador conmovió a muchos. Unos días después, María O’Donnell y Ernesto Tenembaum lo entrevistaron para CNN. El impacto emocional de un Bullrich en versión audiovisual fue contundente: su mensaje se replicó luego cientos de veces en las redes sociales.

Aunque buena parte de las palabras del senador se refieren a su condición actual, su mensaje va mucho más allá. Parece que de alguna manera hubiera querido expandirlo a todos los argentinos:

  • Vaso medio lleno. “Si me focalizo en lo que  no puedo hacer en lugar de lo que sí puedo, me trabo. Pensá en todo lo que podés hacer todavía”, decía Bullrich. Parece un llamamiento a una sociedad desesperanzada por la crisis económica, la inseguridad y la pandemia, con la posibilidad de enfocarse en lo que tiene a favor: talento, recursos naturales, buen clima, estabilidad institucional… Una larga lista difícil de valorar por tenerla internalizada.
  • Empatía. “Voy a sumar una prioridad a mi vida. Desde hoy, parte de mi trabajo va a ser enfocarme en mejorar las condiciones (...) de las personas con ELA”. Eso, a pesar de sus propias limitaciones, o quizá precisamente por ellas. Una sociedad golpeada por los fracasos económicos y el drama sanitario corre el riesgo de replegarse en un temeroso sálvese quien pueda. La historia repite con frecuencia esta paradoja: en tiempos de penurias, quienes más ayudan son los mismos que sufren.
  • El relato: “Esta enfermedad no me define, sino cómo llevo adelante la enfermedad”. No somos nuestras guerras civiles ni nuestros golpes militares. Tampoco el terrorismo ni las crisis económicas ni los desencuentros ideológicos. Mucho menos somos la grieta. Nos define, en cambio, qué hacemos con todo eso y cómo buscamos soluciones colectivas a nuestros problemas crónicos. Como lo hicieron Alemania o Japón después de la Segunda Guerra Mundial, o Sudáfrica después del apartheid.
  • Cerrar la grieta. “Me llamó. Yo me emocioné hablando con ella”, decía Bullrich en referencia al llamado que le hizo Cristina Kirchner. Y como autocrítica: “A nosotros nos costó pedir ayuda. Lo mismo que le pasa a Alberto ahora”. Los problemas argentinos tienen tal dimensión que demandan esfuerzos colectivos que incluyen a todos los sectores: la grieta sirve para ganar elecciones pero después es imposible gobernar. 

Los politólogos teorizan sobre el valor comunicacional de la enfermedad de los líderes, pero a Bullrich probablemente no le importe. Más bien parece enfocado en proponer otra manera de vivir la política, predicando con el ejemplo. Quizá sea ese su mayor legado. 

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Tres preguntas a Brené Brown. Es una académica y escritora de la Universidad de Houston, especializada en temas como la vulnerabilidad, el coraje, la vergüenza, y la empatía. Es autora de los best sellers: Los dones de la imperfección, El poder de ser vulnerable, y Más fuerte que nunca.

  • ¿Cómo es que llegaste a la vulnerabilidad como tema de estudio?
    Una investigación que hice expandió mi percepción y cambió la manera en que vivo, amo, trabajo y crío a mis hijos. Empecé por el tema de la conexión, porque estamos acá por la conexión entre nosotros, es lo que da un propósito y un sentido a nuestras vidas. No importa tu tema de investigación, lo que te das cuenta es que la capacidad de sentirse conectado con otros es, desde el punto de vista neurobiológico, la razón por la que estamos acá. Pero cuando se le pregunta a la gente sobre su conexión con otros, te hablan de la desconexión que sienten. Empecé a indagar sobre eso y descubrí que lo que parece hacer que la gente se sienta aislada es la vergüenza, que es un miedo a la desconexión. Es universal, todos lo tenemos, y lo que está detrás es el sentimiento de “no soy lo suficientemente bueno”. Eso me llevó a estudiar la vulnerabilidad.
  • ¿Qué descubriste con tu investigación?
    Para que suceda la conexión, tenemos que permitirnos a nosotros mismos ser vistos como realmente somos. Yo odio la vulnerabilidad, así que pensé que era una oportunidad para deconstruir la vergüenza estudiándola por un año y pasar a otra cosa. La historia no terminó bien: mi año se convirtió en seis, miles de historias, cientos de entrevistas en profundidad y focus groups… Y tuve que organizar eso. Escribí un libro, lo publiqué, pero algo no estaba bien. Sucedía que yo había dividido a la gente en dos grupos. En uno de ellos, la gente tenía sentido de que valían la pena, se sentían amados, pertenecían. Y en el otro había gente que se la pasaba dudando si eran lo suficientemente buenos. Había una sola cosa que los distinguía: los primeros simplemente creían que eran dignos de amor. Por eso quise entender mejor qué llevaba a los otros a pensar que conectar con ellos no valía la pena.
  • ¿Qué características tenían los que se sentían “que valían la pena”?
    Lo que hice fue tomar todas las entrevistas en las que veía esa idea de “valgo la pena” y buscar qué tenía esa gente en común. Lo que tenían en común era un sentido del coraje, la compasión y la conexión. Distingo el coraje de la valentía. Coraje viene del latín cor, que significa corazón, y la definición original es “contar la historia sobre quién sos con todo tu corazón”. Esta gente, dicho de manera simple, tenía el coraje de ser imperfecta. Tenían la compasión que les permitía ser amables consigo mismos antes, y después con los demás. Y tenían conexión: a causa de su autenticidad, tenían la voluntad de ignorar quiénes pensaban que debían ser para aceptar lo que eran, lo cual es imprescindible para conectar con los demás. Lo otro que tenían en común era que abrazaban su propia vulnerabilidad: creían que lo que los hacía vulnerables los hacía más hermosos. La vulnerabilidad no era cómoda, pero sí necesaria.

Las tres preguntas a Brené Brown están tomadas de la presentación “The power of vulnerability” dada en el contexto de TEDxHoustonTexas en 2010. Para acceder a la presentación completa, podés hacer click acá.

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Liderazgo exponencial. Alejandro Melamed propone el concepto de liderazgo exponencial, adaptado a los tiempos en los que la nueva normalidad es el cambio permanente, omnipresente y exponencial: a un ritmo cada vez más acelerado.

Según Lisa Kay Solomon, de Singularity University, y Néstor Márquez, del Institute for Exponential Growth, los líderes para los nuevos tiempos deben ser tecnológicos, humanistas, innovadores y proyectados al futuro, a riesgo de perder su capacidad de influir si no reúnen esas características. La comunicación, una habilidad clave para “lograr narrar una historia que muestre dónde estamos y nos conecte con el lugar hacia el que nos dirigimos”. Nuevos liderazgos para nuevos tiempos, acelerados, cambiantes: exponenciales.

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Academia. El Reuters Institute for the Study of Journalism acaba de publicar un trabajo que compara cómo se informa la población sobre la pandemia de covid en 2020 y 2021 en Alemania, la Argentina, Brasil, Corea del Sur, España, los Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón. El Observatorio de Medios de la UCA recoge y comenta el informe. En la Argentina se mantuvieron sin cambios las fuentes personales de un año al otro. El resto cayó, en particular el gobierno nacional, los científicos y profesionales y las organizaciones de la salud.

De los casos estudiados, Corea del Sur, España y la Argentina son los países donde la población, en lo que va del 2021, se informa sobre todo a través de los medios. Un llamado de atención a las autoridades, que poco a poco dejan de ser las fuentes más consultadas.

Hasta acá llegamos esta semana. Todas tus ideas, propuestas o consultas son bienvenidas. Podés escribirme a [email protected]

¡Hasta el miércoles que viene!

Juan

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