— ¿Qué es y cómo surge Cocina Circular?
— La cocina circular es un abordaje de la cocina que pensé a partir de 4 C: cosechar, cocinar, comer, compostar. Surge de mis inquietudes, convicciones, experiencia y principalmente por mi amor a la comida. Creo que no hay una acción más hedonista que pueda resultar en un activismo tan potente como comer. Con esa base, armé un proyecto que se propone brindar herramientas para que cocinemos más y comamos mejor: más sano, más justo, más rico. Conscientes de que lo que comemos importa y hace la diferencia. Por otro lado, lo más visible del concepto, es la cocina de aprovechamiento o zero waste, que tiene que ver con utilizar al máximo cada ingrediente cocinando partes que normalmente se desecharían. Me interesa especialmente promover el aprovechamiento basado en la abundancia del ingrediente, usarlo todo porque además de necesario, es posible. Me parece que quienes tenemos el privilegio de elegir qué comer, tenemos que preguntarnos sobre el origen de lo que comemos, sobre los sistemas económicos que lo sostienen y el impacto que tiene a nivel social y ambiental.
— ¿Cuáles son los mayores desafíos con los que se encuentran las personas cuando quieren aplicar este concepto?
— El mayor desafío es dejar de ver al alimento como una cosa. La industria tiene bastante que ver con esto porque diseñó comestibles de la misma manera que produce cosas: enfocados en la venta. Puso la comida en paquetes y la diseñó para que sea súper adictiva y parezca comida real. Y, al mismo tiempo, nos hizo creer que cocinar era una pérdida de tiempo y una actividad menor. Entonces, una manera de destrabar esto es recuperando el espacio de la cocina, que es básicamente cocinando. No tiene que ser comida para publicar en instagram, tiene que ser comida que nos guste. Saber que no necesitamos paquetes para comer rico y sano nos da un poder accesible y muy necesario.
— ¿Qué no debería faltar en una alacena?
— Creo que lo que no pueden faltar son frutas y verduras frescas y de estación. Un ingrediente que hay que rescatar son las legumbres: son baratas, versátiles, nutritivas y se producen localmente. Especias y hierbas, tanto frescas como secas. Variar cereales, incluir otros además del trigo. Y lo que sí puede faltar sin ningún problema son productos ultraprocesados, es más, liberarnos de esos productos es una apuesta, literal, por un mundo más justo, más amoroso y más empático.
Este contenido fue publicado originalmente en Otra Economía, la newsletter sobre economía circular, inclusiva y de triple impacto que edita Florencia Tuchin. Podés suscribirte en este link.