A tres años de la muerte de su marido Douglas, la ambientalista y filántropa norteamericana está enfocada en asegurar el legado en Argentina y en Chile. Dice que le gustaría ver que las comunidades alrededor de los parques nacionales entiendan que existe un vínculo entre un ecosistema saludable y una comunidad sustentable.
Tomkins Conservation es el nombre que engloba todos los proyectos de conservación de Kristine y Douglas Tomkins. La iniciativa de la pareja norteamericana comenzó en Chile hace 25 años, se expandió a la Argentina y ya acumula una inversión de 345 millones de dólares. Con esos fondos adquirieron 881.839 hectáreas para destinarlas a la conservación permanente. El compromiso siempre ha sido el mismo: crear parques, conservar la biodiversidad, restablecer especies ausentes o extintas, fortalecer el activismo ambiental y promover la agricultura ecológica.
Fueron ambientalistas y filántropos antes de que esos roles se pusieran de moda. A casi tres años de la muerte de su esposo, Kristine supervisa los proyectos y está atando cabos sueltos de la visión que compartió con Doug para asegurar el legado. En la Argentina, uno de sus proyecto más ambicioso es la creación del parque nacional de los Esteros del Iberá.
–Cuando ustedes comenzaron eran pioneros. Ahora la gente tiene más consciencia y el mundo ve un desarrollo sustentable, en armonía con el ambiente, como la única opción. ¿Es optimista sobre el camino en el que estamos?
–Debo decir que soy pesimista sobre este siglo pero optimista acerca del próximo.
–¿Por qué?
–Hace 40 años la economía global no estaba entrelazada. Todavía era una economía que no se había globalizado y habían pocas multinacionales. A eso se suma el factor tecnología, que hace que todo cambie más rápido. Además tenés ecosistemas que se están descomponiendo y estamos viviendo la extinción de especies más rápida y más grande de la historia; y por último, está el cambio climático. Y ni siquiera he mencionado que hay numerosas comunidades que viven en regiones marginales que se están desmoronando y con millones de personas sufriendo. Y sin embargo, hay un presidente en los Estados Unidos que está eliminando regulaciones y que quiere abandonar el Acuerdo de París. Y si uno mira a la historia de las civilizaciones en declive, la cultura siempre le ha ganado al sentido común. Eso es lo que siempre pasa, ¿verdad? Por eso soy pesimista.
–¿Pero no está mirando al vaso medio vacío?
–No estoy tan segura. Estamos siendo testigos de la mayor extinción de especies en la historia de la humanidad y de que la brecha entre los ultra ricos y los ultra pobres sigue creciendo. No existe el compromiso de hacer lo que sea necesario para cambiar esa realidad. Estamos en un mundo en el que la visión parece ser ‘sálvese quien pueda’. Entonces no, no soy muy optimista.
–¿Y qué tiene que cambiar?
–Para ser positivo, debe haber cambios fundamentales en la forma en que la gente piensa sobre su papel en la sociedad y lo que quiere para sí misma y su familia. Hace poco estuve con el decano de Harvard Business School y me preguntó: ‘¿Qué opinás de Harvard o Stanford?’. Mi respuesta fue que ‘creo que estás educando a empresarios para la década de los 80. Les estás haciendo un flaco servicio a la sociedad. Están pasando muchas cosas allá afuera. Y tú eres el líder en una de las universidades más influyentes del mundo’.
–¿No cree que ha habido un cambio en la mentalidad? Mal que mal algunas de las batallas que usted y Doug tuvieron que pelear ya las ganaron.
–Sí, eso es cierto, pero eso es el 0,000001% de los casos. Pero tenés que mirar el efecto neto y ahí no ha cambiado mucho.
-Bueno, le doy un ejemplo. En la banca, un acuerdo de fusiones y adquisiciones o una oferta de bonos no puede ocurrir sin que se pida un estudio de impacto ambiental adecuado de la operación. Ese es un cambio positivo, ¿no?
-Lo es, pero ¿podés decir honestamente hoy que tus hijos y tus nietos heredarán un mundo mejor? No quiero deprimirte, pero tiene que haber cambios tectónicos en el sistema y una de las medidas para esto son los patrones de migración humana. Y esos patrones pintan un futuro sombrío.
¿Por qué sucedió Brexit? O, ¿por qué ganó Trump? ¿Por qué crece el nacionalismo en Europa? Para mí, todas estas son macro tendencias que son el resultado de la escasez y la sequía, que han generado una migración gigante. Hay millones que se están muriendo de hambre en ciertas áreas del mundo. Y esas no son tendencias que queremos ver. No queremos ver migraciones masivas de humanos. Entonces, tiene un cambio mucho más rápido para comenzar a ver una reversión de estas tendencias. Eso es todo lo que estoy diciendo.
–Ustedes están atando todos los cabos sueltos de los 25 años de trabajo en Sudamérica. ¿Cuál es el legado que quiere dejar?
–Me gustaría ver la restauración de pastizales y bosques; que la vida silvestre dentro de los parques sea abundante; y ver que los animales abundan y se reproducen en forma sustentable. Que las comunidades alrededor de estas áreas –junto a los gobiernos regionales y nacionales– entiendan que la sustentabilidad de su futuro se debe en gran medida a ese ecosistema saludable; y que existe un vínculo entre un ecosistema saludable y comunidades sustentables.
Tompkins Conservation en números
- 881.839 hectáreas adquiridas para conservación permanente.
- 5 nuevos parques nacionales declarados y 1 expansión de parque existente.
- 25.000 ovejas mudadas de la estancia Valle Chacabuco para comenzar el proyecto Parque Nacional Patagonia.
- 33% es el porcentaje anual de crecimiento de la población en peligro de venados de las pampas de Iberá y 6 las comunidades asesoradas en desarrollo económico en ecoturismo.
- 2210 becas entregadas a organizaciones sin fines de lucro que trabajan para la protección de la Tierra.