La Asociación Americana de Psicología (Estados Unidos) define a la ansiedad climática o eco-ansiedad como un “miedo crónico al destino trágico del ambiente”. Investigando sobre el tema para un artículo, conocí a la colega española Irene Baños y a su reciente libro: Ecoansias.
—¿El libro surgió porque vos atravesabas la propia ansiedad climática?
—Efectivamente, después de llevar varios años cubriendo temas de ambiente, esa eco-ansiedad que te genera no informar más que de cosas negativas me la llevaba a casa. Iba al supermercado y no había ningún alimento que encajara dentro de la perfección de la sostenibilidad. Empecé a viajar en tren y en autobús por Europa, dejando un montón de dinero y de salud. Me regalaban una camiseta por Navidad y me amargaba. Al final me daba cuenta de que, cuando se suponía que podía tener acceso a más información ambiental, debería ser capaz de llevar a cabo más acción climática, me sucedía lo contrario. Me veía más llevada a la parálisis que a la acción. Decidí entonces usar este libro un poco como terapia para indagar hasta qué puntos son importantes esas pequeñas decisiones que nos abruman en el día, para buscar soluciones. Me ha ayudado bastante a tomar perspectiva y a relativizar.
—¿Esa es la crisis a la que te referís con la frase que acompaña al título: “Salimos de una crisis, no caigamos en otra”?
—Hace referencia a muchas cosas. En un inicio, cambiamos el subtítulo por el coronavirus, era como “salimos de la crisis del coronavirus (de la que por desgracia aún no hemos salido) no caigamos en la crisis climática”. Pero, como digo en la introducción, es mentira porque ya estamos en crisis climática. Sirve para englobar cada transición y que hay que tomar cada transición con un poco de cautela. Por ejemplo estamos ahora yendo de la transición energética hacia energías renovables, pero ya son muchas las voces críticas que dicen “cuidado con las baterías de los coches eléctricos”, “cómo vamos a reciclar los paneles solares”, “qué impacto van a tener los aerogeneradores en la aves”, en fin, una cantidad de críticas que son ciertas, pero engloban el cuidado que hay que tener con toda transición. No nos dejemos llevar por la emoción ni las soluciones fáciles. Dejamos de comer carne y pasamos todos a comer palta sin preguntarnos cómo se produce del otro lado mundo, quizás es mejor comer la carne producida de manera más sostenible de forma local. Hay que ser conscientes de por qué elegimos consumir una cosa y no otra.
—¿Hay que llegar al punto de resignación entonces, como aceptar qué es lo que cada uno puede hacer?
—Totalmente. Haciendo el libro me he dado cuenta de que, por ejemplo, si salgo a cenar, he pedido ese más y no me llevé el tupper y ¿ahora qué hago? ¿O tiro la comida y contribuyo al foodwaste o me lo llevo en un envase de plástico? Toma la decisión que quieras en ese momento y al día siguiente recuerda o pedir menos comida o llevar el tupper. Si en ese momento te bloqueas, no puedes ni pensar en qué acción llevar al día siguiente. Creo que nosotros como comunicadores tenemos una responsabilidad en eso porque, por cómo es la información, estamos diciendo “compra esta camiseta sostenible y salvas el planeta”, “deja de consumir carne y salvas el planeta”, “deja de volar y salvas el planeta” . ¡Pues son tantas variables que tengo que incorporar para, además, salvar el planeta! Yo apelo al: haz lo que puedas.
Podés acceder a la versión e-book del libro aquí y seguir a Irene en Instagram como @ecoansias.
Además, si te interesa profundizar en el tema de ansiedad climática, algunas recomendaciones adicionales de Irene y conocer las propias experiencias de nuestros lectores; te recomiendo este artículo que escribí para RED/ACCIÓN.
Este contenido fue publicado originalmente en Planeta, la newsletter con información para actuar y cuidar al planeta que edita Tais Gadea Lara. Podés suscribirte en este link.
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