Son 853.000 y generan 7 de cada 10 puestos de trabajo del sector privado. Por la caída del consumo y el retroceso de la actividad industrial, cancelan horas extras y no reemplazan a los empleados que se van.
Al mismo tiempo y para no perder mercado interno, sacan productos en presentaciones económicas. Otras apuntan a exportar o diseñar nuevos productos.
En el país hay un millón de empresas y 853.886 son consideradas micro, pequeñas y medianas empresas: lo que se conoce como pymes. Para el Estado son todas las que facturan menos de $ 95 millones al mes y tienen hasta 655 empleados.
Es decir, hay pymes en todo el país, son la columna vertebral de la riqueza doméstica y el principal sostén socioeconómico. De hecho, 7 de cada 10 empleados en blanco del sector privado trabajan en comercios, industrias, prestadoras de servicios y agropecuarias consideradas pymes. En total, 4 millones de personas dependen de su prosperidad.
“Son las que dan el primer empleo y forman a futuros empresarios. Además le dan trabajo a los segmentos más vulnerables de la población y favorecen una economía competitiva al evitar la concentración económica y territorial”, afirma Mario Grinman, secretario de la Cámara Argentina de Comercio y Servicio (CAC).
Sin embargo, nadie pone en duda que la salud de las pymes es hoy endeble.
Cuatro factores que complican a las pymes
La caída del consumo en comercios lleva seis meses y la producción industrial se contrae desde mayo, según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
Las pymes acusan una carga fiscal demasiado pesada para sus hombros, la más alta de Sudamérica después de Brasil. Y hacen foco en el costo de formalizar un empleado, tal como lo detalla el último informe de la CAC.
Otro aspecto que los pone en jaque es la dificultad de acceder a financiamiento con tasas razonables. Así lo expone un informe del Observatorio Pyme. Es más, el Ministerio de Producción reconoce que el 70% de las pymes está fuera del sistema financiero.
La suba de tarifas de los servicios públicos aparece como otra preocupación. Entre otras cámaras, lo exponen los economistas de Industriales Pymes Argentinos (IPA).
Un informe de la Cámara Argentina de Comercio explora problemas del sector y soluciones posibles
Retraso en el pago de impuestos y a proveedores
“Ante un escenario complicado, la primera reacción de las pymes es postergar el pago de impuestos. Eso está ocurriendo”, afirma Pedro Cascales, secretario de Comunicación de CAME. De hecho, la AFIP sacó una serie de planes para financiar las deudas de las pymes.
Luego, continúa Cascales, negocian nuevos plazos de pago a sus proveedores, que habitualmente es de 30 a 60 días y hoy intentan llevar hasta los 120 días.
Un mal síntoma que expone la necesidad de postergar pagos que tienen las pymes es que la cantidad de cheques impagos creció 61,23% en los primeros cinco meses del año, según datos del Banco Central.
Cascales dice que esas dos primeras reacciones no fueron suficiente y que por eso muchas pymes ya toman otras medidas.
Con el personal mínimo e indispensable
Muchas pymes cortaron las horas extras y suspendieron contrataciones de nuevos empleados. Cuando un trabajador tiene una oferta laboral, lo dejan ir. Y no suelen reemplazar a los que se jubilan.
“En 2016 y 2017, bajamos de 120 a 70 empleados. La mayoría tomó retiros voluntarios y resolvimos algunos despidos”, revela Eugenio Hadges, dueño de NH, una pyme del partido bonaerense de Berazategui que construye estructuras metálicas para empresas de telecomunicaciones y durante los primeros cuatro meses del año no logró tomar ninguna obra.
Hadges dice que el número de empleados al que llegaron es el mínimo para no afectar la calidad de las obras que hacen. Poro eso, para poder seguir corrigiendo costos, suspendió horas extras e hizo que el plantel se hiciera cargo de la limpieza de la fábrica, una tarea que estaba tercerizada. También pasaron a ocuparse de la liquidación de sueldos, que lo hacía un estudio externo.
“Máxima prudencia, que en nuestro caso es que nadie se suma a la planta permanente”, describe Augusto Petrone, de The Other Guys, una productora de videojuegos que tiene 22 empleados y le da trabajo a 50 freelancers. “Aunque nos favorece la suba del dólar porque el 95% de lo que hacemos lo vendemos al extranjero, nos subieron los costos laborales porque reabrimos la negociación salarial con los colaboradores, que son nuestra principal materia prima”, explica.
Para Cascales, de CAME, lo que más tratan las pymes es de cuidar a sus empleados: “Les cuesta mucho formarlos, tiempo y dinero. No puede desprenderse fácilmente del personal porque luego les cuesta mucho volver a prepararlo. Pero además, son empresas familiares que tienen una relación afectiva con su gente”.
Analizar la posibilidad de exportar
Daniel Bornico fabrica cubiertas y neumáticos para bicicletas y motos en Gualeguaychú, Entre Ríos. Dice que el ingreso de productos importados condiciona su crecimiento y que la planta trabaja al 50%.
“Nuestra mejor oportunidad puede aparecer en Brasil, empezando por el sur, que por cercanía es más barato el flete. Estamos explorando la posibilidad de vender cubiertas de playeras y mountain bike”, cuenta Bornico y dice que estudian un mecanismo que les permite importar materia prima sin aranceles comprometiéndose a que el producto terminado se exporte.
Desde la Cámara Argentina de Indumentaria de Bebés y Niños (Caibyn) dicen que es momento de ser “ingenioso” e insertarse en el mercado regional. “Hay formas asociativas que pueden servir de ejemplo: Jazmín Chebar sumó a sus diseño tejidos de alpaca producida en Perú. Es decir, el producto final, que es exportable, tiene una cadena de valor compartida”, dicen en Caibyn.
Diversificar la oferta o su presentación
“Un buen recurso para enfrentar el momento es pensar cómo podemos ser más competitivos con casi lo mismo que producimos”, invita Daniel Rosato, presidente de Industriales Pymes Argentinos.
Rosato da ejemplos de lo que surge a partir de esa pregunta: “Sin perder calidad, las pymes sacan al mercado el mismo producto pero en una presentación de menos gramaje o cantidad de unidades”. Por ejemplo, un paquete de yerba de 900 gramos en vez de un kilo. O un rollo de papel de cocina de 30 metros en lugar de 35.
“Para salvar el año, empezamos a ofrecernos en obras industriales. Y logramos hacernos cargos del armado de estructuras en dos parques fotovoltaicos que se hacen en Jujuy”, cuenta Eugenio Hadges, NH, la pyme de Berazategui que hasta esta obra solo construía estructuras para empresas de telecomunicaciones.
Alicia Hernández, gerenta de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria, cuenta que el sector adelantará las colecciones: “El lanzamiento de nuevos productos, que para nosotros sería la temporada de verano, se ha adelantado para la primera semana de agosto. El objetivo es tentar a los clientes con novedades”.
Tiempo para buscar calidad y nuevos productos
Por falta de actividad, la mayoría del personal de las pymes tiene tiempo libre.
“Hay que preguntarse qué hacer con ese tiempo sin que implique un costo adicional. Por ejemplo, desde el año pasado, junto al Instituto Nacional de Tecnología Industrial, las pymes pueden aprender el modelo japonés Kaizen, un proceso de mejora continua basado en acciones concretas, simples y económicas que buscan optimizar aspectos vinculados a la calidad y competitividad”, afirma Cascales, de CAME.
Algunas empresas ya están explorando cómo aprovechar ese tiempo. Gustavo Martínez está al frente de una pyme textil familiar conocida por la marca Taverniti. Dice que no es un buen momento y que trabajan al 80%. “El tiempo ocioso lo estamos ocupando en diseñar nuevos productos para cuando la actividad rebote”, cuenta y agrega: “Estamos creando una línea deportiva pero de calle, con telas conceptualmente modernas, que sean una alternativa más económicas a las colecciones que ofrecen en esa gama las multinacionales”.
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