Todavía recuerdo a Manuel Pulgar Vidal trabajando a la madrugada por los pasillos de la COP20, allá en 2014 en Perú. Fue la conferencia previa a París, aquella donde nos fuimos con el borrador clave para lo que resultó siendo el acuerdo.
Manuel presidió la COP20 y fue uno de los arquitectos clave del Acuerdo de París. Su complementaria experiencia desde los distintos sectores, como ministro de Ambiente en Perú en 2011-2016 y actualmente como Líder Global de Clima y Energía del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) enriquece sus reflexiones sobre la acción climática.
—¿Cuál es el próximo paso importante en la implementación del Acuerdo de París en cambio climático?
—Fortalecer los planes climáticos (NDCs). Los planes presentados hacia el 2014 no son suficientes para poner al mundo en la trayectoria que la ciencia nos ha demandado, que es el 1,5. En esta nueva fase, los planes climáticos tienen que fortalecer las metas, sustentarlas más adecuadamente en ciencia, incorporar nuevos sectores o nuevos GEIs, ser más claros en cómo van a financiarlos y cómo serán más participativos, entre otros elementos. A la fecha, sólo lo han hecho siete países. Algunos con mucha debilidad, como Japón, lo que es lamentable porque es una economía desarrollada. Otros con un enfoque más positivo, como Chile. Debemos demandar a los Estados que preparen su nueva fase de planes climáticos porque son un elemento fundamental en la implementación del Acuerdo de París.
—¿Cómo mantener la acción climática en este contexto de coronavirus y en un año sin COP26?
—Considerando las consecuencias políticas, económicas y sociales de la pandemia, los planes climáticos tienen que formar parte de cualquier plan de recuperación. No podemos hacer planes de recuperación que no incorporen compromisos climáticos. Cabe destacar que la evolución hacia una real acción climática no debe ser entendida sólo en el contexto del Acuerdo de París. Éste es un buen instrumento, pero ya estamos asistiendo al cambio hacia una nueva economía del clima que es irreversible e indetenible. Los gobiernos locales tienen oportunidades de acción en transporte, construcción, residuos, energía. La COP, como referente político, deberá marcar un rumbo de acción para recobrar la confianza de los ciudadanos en el proceso. Y una cosa más: ¡necesitamos activismo! Necesitamos no una sola Greta sino miles de Gretas demandando una mayor responsabilidad de los Estados.
—¿Qué oportunidades y desafíos presenta la acción climática en América Latina?
—El desafío sigue siendo unificar la agenda de la región, poder tener una agenda común en el clima. América Latina está fragmentada hace más de 20 años. Se ve en lo económico, ideológico, político y en la propia capacidad de articular decisiones. Puede ser que a partir de la unificación temática que esta pandemia nos trae, la población es más capaz de entender la relación entre salud, clima, naturaleza, economía y desarrollo. Ello debiera llevarnos a establecer algunos elementos de una agenda común, que podría ser salud; para una América Latina que va a seguir enfrentando este tipo de retos. Es cierto que esta pandemia profundiza inequidades, más bien iguala desigualdades. No es que este tipo de situaciones no existiesen antes, existían en los países más pobres; por ejemplo algunas zonas de la región lo sufren con el dengue. Fruto de ese igualamiento de la desigualdad, probablemente podamos desarrollar algunos elementos de la agenda común desde la cooperación. En el desafío está la oportunidad.
Este contenido fue publicado originalmente en Planeta, la newsletter de Tais Gadea Lara con información para actuar y cuidar al planeta. Podés suscribirte en este link.