21 lecciones para el siglo XXI: una invitación a revisar nuestras intuiciones más básicas- RED/ACCIÓN

21 lecciones para el siglo XXI: una invitación a revisar nuestras intuiciones más básicas

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21 lecciones para el siglo XXI: una invitación a revisar nuestras intuiciones más básicas

Comentario y selección de párrafos por Diana Cohen Agrest, Doctora en Filosofía (UBA) y Magister de Bioética (Monash University. Australia). También es autora de una decena de libros de filosofía, ética y derecho de las víctimas.

Uno (mi comentario)

Yuval Noah Harari no es un desconocido para el público lector argentino: tras la publicación de De animales a dioses y de Homo Deus, llega a las librerías 21 lecciones para el siglo XXI. Pero mientras en las primeras obras disecciona con un agudo escalpelo el devenir del homo sapiens y su futuro, en 21 lecciones nos introduce en una aventura fascinante: Harari pone en práctica el “Atrévete a pensar” kantiano. Retomando desde una perspectiva antropológica los grandes temas de Zygmunt Bauman, de quien podría ser considerado su brillante continuador, Harari nos advierte que la fusión de la infotecnología y la biotecnología puede conducir, remedando al Bauman de Vidas desperdiciadas, a la formación de un poder en manos de dictaduras digitales cuya contraparte ya no será una mayoría que “padezca no ya explotación, sino algo muchísimo peor: irrelevancia”.

A lo largo de cinco grandes bloques conceptuales, Harari comienza advirtiendo la pérdida de la fe en el relato liberal cuando la fusión de la biotecnología y la infotecnología nos desafía a crear nuevos modelos de trabajos, y a repensar conceptos como la libertad y la igualdad. A continuación, se interroga en qué medida el resurgimiento del nacionalismo y la religión constituyen un obstáculo a la cooperación global que podría enfrentar al reto tecnológico. Pero distante de la denuncia apocalíptica, el autor nos ayuda a medir las fuerzas humanas frente al terrorismo, a la guerra y a un Dios en los que se amparan esas amenazas que sumen a la humanidad en el oscurantismo y el temor. Instándonos a aceptar humildemente nuestros límites en la comprensión de los complejos procesos globales, nos muestra que “los humanos siempre han vivido en la era de la posverdad, cuyo poder depende de crear ficciones y creer en ellas”. Tras ese itinerario fascinante durante el cual un escéptico Harari nos guía en la revisión de nuestras intuiciones más básicas sobre el mundo a través de mitos y cautivantes historias, el autor no nos deja en un limbo existencial. En las últimas páginas de la obra nos ofrece una clave de lectura de la propia existencia valiéndonos de los instrumentos que acompañaron al homo sapiens desde que surgió hace miles de años. Esos instrumentos que le permitieron crear el imperio de la infotecnología y la biotecnología. Pero donde el homo sapiens continúa siendo, ni más ni menos, un ser que sufre, piedra basal de la ética que enmarca la fascinante lectura de 21 lecciones para el siglo XXI.

Dos (la selección)

“En el pasado conseguimos el poder para manipular el mundo que nos rodeaba y remodelar el planeta entero, pero debido a que no comprendíamos la complejidad de la ecología global, los cambios que hicimos involuntariamente alteraron todo el sistema ecológico, y ahora nos enfrentamos a un colapso ecológico. En el siglo que viene, la biotecnología y la infotecnología nos proporcionarán el poder de manipular nuestro mundo interior y remodelarnos, pero debido a que no comprendemos la complejidad de nuestra propia mente, los cambios que hagamos podrían alterar nuestro sistema mental hasta tal extremo que también este podría descomponerse.”

Tres

“Cuando un mono, un ratón o un humano ve un serpiente, el miedo aflora porque millones de neuronas calculan muy deprisa en el cerebro los datos relevantes y concluyen que la probabilidad de muerte es elevada. Los sentimientos de atracción sexual surgen cuando otros algoritmos bioquímicos calculan que un individuo cercano ofrece una probabilidad elevada de apareamiento exitoso, de vinculación social o de otro objetivo ansiado. Los sentimientos morales, como la indignación, el remordimiento o el perdón, se derivan de mecanismos neuronales que surgieron por evolución para permitir la cooperación en grupo. Todos estos algoritmos bioquímicos se perfeccionaron a lo largo de millones de años de evolución. Si los sentimientos de algún antiguo antepasado cometieron una equivocación, los genes que los modelaron no pasaron a la siguiente generación. Así, los sentimientos no son lo opuesto a la racionalidad: encarnan la racionalidad evolutiva.”

Cuatro

“Pero en realidad no hay razón para suponer que la inteligencia artificial adquiera conciencia, porque inteligencia y conciencia son cosas muy distintas. La inteligencia es la capacidad de resolver problemas. La conciencia es la capacidad de sentir dolor, alegría, amor e ira. Tendemos a confundir ambas cosas porque en los humanos … otros mamíferos la inteligencia va de la mano de la conciencia. Los mamíferos resuelven la mayoría de los problemas mediante los sentimientos. Sin embargo, los ordenadores los resuelven de una manera diferente.”

Cinco

“Si queremos evitar la concentración de toda riqueza y el poder en manos de una pequeña élite, la clave es regular la propiedad de los datos. En tiempo antiguos, la tierra era el bien más importante del mundo, la política era una lucha para controlar la tierra y evitar que se concentrara demasiada en unas pocas manos, la sociedad se dividía en aristócratas y plebeyos. En la época moderna, las máquinas y fábricas resultaron más importantes que la tierra, y las luchas políticas se centraron en controlar estos medios vitales de producción. Si demasiadas máquinas se concentraban en unas pocas manos, la sociedad se dividía en capitalistas y proletarios. En el siglo XXI, sin embargo, los datos eclipsarán a la vez la tierra y la maquinaria como los bienes más importantes, y la política será una lucha para controlar el flujo de datos. Si los datos se concentrarán en unas pocas manos, la humanidad se dividirá en diferentes especies.”

Seis

“Sin embargo, aunque los dioses pueden inspirarnos para que seamos compasivos, la fe religiosa no es una condición necesaria para el comportamiento moral. La idea de que necesitamos un ser sobrenatural que nos haga actuar moralmente implica que hay algo no natural en lo moral. Pero ¿por qué? La moral de algún tipo es natural. Todos los mamíferos sociales, desde los chimpancés hasta las ratas, poseen códigos étnicos que ponen límites a las cosas como el robo y el homicidio. Entre los humanos, la moral está presente en todas las sociedades, aunque no todas crean en el mismo dios, o no crean en ningún dios. Los cristianos actúan con caridad incluso sin creer en el panteón hindú, los musulmanes valoran la honestidad a pesar de rechazar la divinidad de Cristo, y los países seculares, como Dinamarca y la República Checa, no son más violentos que los países devotos, como Irán y Pakistán.”

Siete

“...en realidad a su muerte se esfuerza por dejar atrás a … un poco más tangible. Ese «algo tangible» puede tomar una de … formas: cultural o biológica. Puedo dejar atrás un poema, ponga… por caso, o algunos de mis preciosos genes. Mi vida tiene sentido … que la gente todavía leerá mi poema dentro de cien años, o … mis hijos y nietos estarán todavía aquí. ¿Y cuál es el sentido de … vidas? Bueno, ese es su problema, no el mío. El sentido de la vida… de este modo un poco como jugar con una granada de mano … una vez que se la pasas a alguna otra persona, estás seguro.”


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