Una nueva estimación sobre el aumento de la temperatura desató toda una serie de titulares, la mayoría erróneos al compararlos con el objetivo de límite de calentamiento del Acuerdo de París. En esta edición traemos algo de claridad con la meta de siempre: hay que actuar ante el cambio climático.
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¿Por qué hablamos hoy de 1,5ºC si siempre hablamos de 1,5ºC? Confieso que había pensado en otro tema para la edición de hoy, quizás uno menos técnico luego del (extenso) análisis de la edición anterior sobre incendios. Pero cuando ayer vi los titulares, cuando vi que en las redes los reproducían incluso colegas sin hacer las aclaraciones pertinentes, pensé: ¿por qué en vez de hacer un hilo en Twitter aclaratorio, no dedico la edición de PLANETA a esto?
Así que, aquí estamos…
Lo que sigue será una suerte de ejercicio de mis talleres sobre la importancia de ir a la fuente, sobre la importancia de comprender las temáticas, sobre el crucial/clave/fundamental rol de la comunicación sobre el cambio climático. Porque si algo se comunica mal, aún si algún organismo de Naciones Unidas lo comunica mal, y si el efecto solo es un mensaje apocalíptico... lo único que estamos logrando es una paralización en el destinatario (aKa ustedes), no un llamado a la acción.
Sin más introducción, hablemos (más de lo que lo venimos haciendo) del 1,5°C.
- Lo que se dio a conocer anteayer. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) publicó que, según nuevos datos climáticos, hay un 48% de probabilidades de que, por lo menos, en uno de los próximos cinco años (2022-2026) la temperatura media anual de la superficie del planeta supere en 1,5°C los niveles preindustriales.
El dato sorprendió por lo rápido que viene cambiando la situación. En 2015, la probabilidad de que en algún momento puntual la temperatura media anual superara en 1,5°C los niveles preindustriales era casi nula. Ahora la tenemos casi a la vuelta de la esquina.
El dato también sorprendió por lo siguiente.
- Lo que se malinterpretó. Soy la primera persona que quiere que se hable sobre cambio climático, sobre 1,5°C, sobre el Acuerdo de París. Ahora bien, qué mal que me pongo cuando eso termina siendo una oportunidad perdida. Lo que ocurrió con el dato aportado por la OMM fue que, automática y directamente, se lo relacionó con el objetivo del Acuerdo de París —a recordar: limitar el calentamiento por debajo del 1,5°C para fin de siglo respecto de los niveles preindustriales— en un sentido apocalíptico de “ya estamos por llegar, estamos en el horno”.
¿Estamos en el horno? Sí. Pero comunicar la información con precisión es fundamental. Un tuit de la propia OMM alimentó esta malinterpretación: "Las probabilidades de que al menos uno de los próximos 5 años alcance temporalmente el umbral del Acuerdo de París de 1,5 °C han aumentado a 50:50".
No es lo mismo que la temperatura media anual de la superficie del planeta supere durante un año el 1,5°C respecto de los valores preindustriales a hablar del objetivo de límite de calentamiento, veamos por qué.
- Lo que hay que diferenciar. El científico climático Joeri Rogelj se expresó en Twitter de forma muy clara: “Muchos titulares, desafortunadamente, son muy inexactos. En general, estas historias confunden temperaturas en un solo año con límites internacionales de calentamiento global como el límite de 1,5°C del Acuerdo de París”.
Es decir, no tenemos que confundir la temperatura global que pueda ocurrir en un (1) solo año con el calentamiento global. ¿Por qué? No se olviden lo que vimos en la Guía de RED/ACCIÓN sobre cambio climático: el cambio climático se evalúa, mide y expresa en su persistencia durante un largo período de tiempo. Si tomamos la referencia de la propia OMM, en 30 años.
Ya en una edición anterior, la científica climática Inés Camilloni nos había aclarado: “Cuando se habla del objetivo necesario de estabilizar el aumento de la temperatura en 1,5°C, no significa alcanzar la cifra en un año en particular, sino en un promedio de 30 años continuados”. Es decir, no es que si en 2024 alcanzamos esa cifra de aumento, se vienen los impactos dramáticos inmediatamente, sino que tiene que durar un período de tiempo prolongado para que esas consecuencias —o algunas de ellas— no tengan marcha atrás, para que alcancemos las consecuencias más dramáticas o las menos.
La Royal Meteorological Society buscó responder a la pregunta ¿Qué significa si algunas regiones o un solo año se calientan más de 1,5°C? Su respuesta, hoy, es fundamental para este análisis: "El aire sobre la tierra se ha calentado más que el aire sobre el océano, por lo que algunas regiones (como Alemania) ya han experimentado un calentamiento a largo plazo de más de 1,5°C, aunque a nivel mundial no se ha superado el nivel de 1,5°C. Del mismo modo, si el aumento de la temperatura global supera los 1,5°C en un solo año, esto no significa que se haya excedido el nivel de calentamiento a largo plazo de 1,5°C. Para eso, la superación tendría que ocurrir de manera persistente".
De hecho, en el propio comunicado de la OMM, Leon Hermanson, experto de la Oficina Meteorológica del Reino Unido (MET Office) y responsable de la publicación en cuestión, aclaró: "Si en un año determinado se superara ese valor de 1,5°C, ello no significaría que se hubiera rebasado el umbral simbólico del Acuerdo de París, pero sí evidenciaría que nos estamos acercando cada vez más a una situación en la que el límite de 1,5°C se podría sobrepasar durante un lapso de tiempo prolongado"
Uno de los grandes problemas de comunicar sobre alcanzar un valor es que parece que es un reloj de arena, que el día que se alcance, listo, viene todo lo peor. No sé si para bien o para mal, el cambio climático no es un cometa con una fecha de choque con la Tierra. Sus efectos -que ya están con nosotros- se hacen sentir de forma continua y lo continuarán haciendo de forma más grave. Camilloni es muy clara al respecto: “Si uno lo piensa como un reloj de arena, (y en la línea de proyección de un calentamiento de 1,5°C en 2030) pareciera que el 31 de diciembre de 2029 vamos a tener una condición del clima y el 1 de enero de 2030 podría llegar a ser algo totalmente diferente. En realidad, el cambio climático es un proceso. No es que un día de un año particular va a significar el cambio irreversible”.
- Lo que igual todo esto significa en materia de acción. "Cuanto más se acerca el mundo a un nivel de calentamiento global de 1,5°C, más probable es que los años individuales superen un aumento de temperatura de 1,5°C". La aclaración en la explicación de la Royal Meteorological Society describe la situación actual. Los reportes del IPCC ya nos han demostrado que estamos yendo a escenarios por encima del calentamiento de 1,5°C, ello evidentemente aumentará la probabilidad del aumento de temperatura de algunos de los años venideros. Hacer esta distinción sobre la comunicación de una estimación no busca ni reducir el alerta ni desviar la mirada de la acción necesaria. Por el contrario.
Que de aquí a 2026, la temperatura media anual supere en 1,5°C los valores preindustriales nos tiene que preocupar, nos tiene que (volver a) servir como un (nuevo) llamado a la acción, nos tiene que recordar que es necesario que los tomadores de decisión implementen de forma urgente, ambiciosa y sostenida las medidas necesarias para cumplir los compromisos climáticos asumidos; para que alcanzar un escenario de efectos menos dramáticos del cambio climático sea una realidad y no un bello discurso en conferencias. Como reflexionó Rogelj: "La confusión acerca de que las temperaturas anuales no son lo mismo que los límites de calentamiento global no significa que no sean necesarias las reducciones urgentes de emisiones. Por el contrario…".
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Pasemos a otro récord, pero más optimista. Si de reducir emisiones para alcanzar el límite de calentamiento global con efectos del cambio climático menos dramáticos se trata, las renovables nos vienen dando buenos augurios. O al menos así lo confirma el reporte que dio a conocer ayer la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en Inglés). La actualización del análisis del mercado de las renovables nos muestra que estas fuentes de energía batirán un nuevo récord durante 2022, superando las expectativas previas.
Ya el 2021 fue un año de crecimiento para la capacidad instalada para generar electricidad para a partir de energía eólica, solar y de otras fuentes renovables, y esa tendencia creciente continuará en el año en curso. Conforme el reporte, se espera que la capacidad renovable aumente más del 8% en 2022. La búsqueda por mayor seguridad energética -especialmente en el contexto de la Guerra en Ucrania y lo que ella supone para el abastecimiento energético de Europa- y por aprovechar los beneficios que estas fuentes tienen para el cumplimiento de los compromisos climáticos, explican el sostén de esta tendencia de preferencia.
En una mirada más puntillosa, el protagonismo se lo sigue llevando a nivel mundial la energía solar fotovoltaica que está en camino de representar el 60% del crecimiento mundial de energía renovable en 2022. A ella le siguen la eólica y la hidroeléctrica.
El desafío está aún en que los países en desarrollo reciban el financiamiento y las capacidades tecnológicas para no quedarse atrás de esta necesaria transición. Y que, claro, haya voluntad y decisión política para ello.
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Lo que continúa en debate en Argentina: la minería. Venimos conversando en las ediciones anteriores sobre cómo la actividad minera fue protagonista de un debate, o de la falta de él. Como les había anticipado, el domingo pasado FOCO -el podcast semanal de RED/ACCIÓN- dedicó una edición especial a este tema con, ni más ni menos, que nueve entrevistados que tienen distintas posturas sobre cómo debiera desarrollarse la actividad.
¿Cuál es el auténtico potencial de la minería en el país, en especial la minería del litio? ¿Cuáles son los impactos ambientales y sociales de esta industria? ¿Es posible pensar en una minería sustentable? Son algunos de los interrogantes a los cuales el podcast busca dar respuesta o, más bien, luego de escuchar las distintas voces, invita a que uno pueda formular sus propias respuestas o nuevos interrogantes.
Recomiendo que lo escuchen.
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Una vida —de 96 años— en nuestro planeta. Vamos a calificar esta edición de PLANETA como "repetitiva", pero en cierto punto así viene siendo la inacción y así también el pedido por acción, ¿no? Este documental lo recomendé mucho cuando se estrenó y hoy lo vuelvo a traer como mi sugerencia de este miércoles porque su protagonista cumplió años el domingo pasado y no cualquier edad. David Attenborough celebró 96 años en la Tierra. Uno de los hombres que más ha dedicado su profesión y su vida personal a comunicar sobre las bellezas del mundo natural y sobre las amenazas que lo ponen en peligro.
Una vida en nuestro planeta es recorrer su historia en la línea del tiempo en que pasamos de buscar desarrollarnos a tirarnos de cabeza a una crisis climática y ecológica. Es un documental que no se limita a mostrarnos los problemas, sino también las posibles soluciones. El cumpleaños número 96 de una de las voces más significativas de los documentales ambientales es la mejor excusa para dedicarle un tiempo de reflexión a esta producción audiovisual. Recuerden, está disponible en Netflix.
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Creo que no es la primera vez que un trabajo de Liz Fosslien aparece en PLANETA, en mi Instagram al menos la comparto un montón. En línea con el tema inicial de hoy y con que vengo haciendo varias entrevistas a expertos que, aún cuando ven con sus ojos y estudios la gravedad de la situación, se muestran optimistas respecto de aprovechar la probablemente única oportunidad que tenemos de mejorar las cosas ante la crisis climática, elegí una de sus ilustraciones.
¿Por qué? Porque entre todo eso que pretendemos hacer todos los días, seamos más realistas de lo que podemos hacer y tratemos de que en ese listado de cosas posibles al menos haya una acción que desde lo individual y lo colectivo promueva, aliente, exige la acción climática en lo sistémico.
¡Seguimos conversando la próxima semana!
Tais