140 historias de mujeres y el pedido urgente de romper el silencio- RED/ACCIÓN

140 historias de mujeres y el pedido urgente de romper el silencio

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Nadie puede ser indiferente ante la desaparición de tantas hijas de la Argentina.

Un equipo de fútbol posa con el afiche de búsqueda de 140 mujeres.

Intervención: Victoria Guyot.

¡Buenas tardes! Mañana es el Día de la Mujer. Muchas de ellas hoy son buscadas en nuestro país. Y esta es una causa para comprometernos.

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Un equipo de fútbol posa con el afiche de búsqueda de 140 mujeres.
Intervención: Victoria Guyot.

Nos parece que es momento para contar algunas historias. Y luego, hacer un llamado para involucrarnos.

La historia, por ejemplo, de una chiquita que hace nueve meses fue al cumpleaños de su tía y, con sus cinco años, salió un rato a la vereda de este encuentro familiar. De pronto la empezaron a llamar: no estaba en la vereda, ni en la casa, ni en las cuadras cercanas. Hace nueve meses estamos buscando a Guadalupe, quien se perdió en San Luis.

Una joven adolescente, de 14 años, hizo el trayecto de unas cuadras de la escuela a su casa. Un recorrido corto en medio de un lugar serrano, encantador. La esperaban en su casa y no llegó. Fueron al colegio y no estaba. Recorrieron el camino y no la encontraron. Han pasado más de tres años y Delia sigue siendo buscada en La Paz, una localidad de Córdoba.

En 2010, en un lugar tan encantador como Villa Gesell, Agostina, por entonces de doce años, un mediodía dijo que salía a la casa de una amiga y volvía al rato. Todavía no está, la siguen buscando.

¿Cómo es posible que sigamos buscando y no encontremos?

Una de estas tristes historias, quizás de las más “famosas”, si cabe la palabra, es la de María Cash, una diseñadora de 28 años a quien un video registró viajando al noroeste del país desde Buenos Aires, en una ruta entre Salta y Jujuy. Fue en 2011. Hoy no sabemos dónde está.

Claudia, una joven artista, además payamédica, vivía en Buenos Aires. Un día la buscan en su casa y no la encuentran. En su casa también vivían otras personas que dicen no saber nada, y no aparece.

Florencia Penacchi, una estudiante de ingeniería que llegó a CABA desde Neuquén. Un mediodía cualquiera, en Palermo, fue al kiosco y no se supo nada más de ella. Fue hace casi 17 años. Y paradigmática es la situación de Sofía Herrera: en 2008 estaba en un camping de Tierra del Fuego con dos familias. El lugar estaba desierto, sin nadie alrededor. Y con tres años desapareció. La búsqueda de Sofía generó una suerte de alarma comunitaria: el Alerta Sofía, que la Justicia dispara cuando se constata que alguien se pierde.

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Se pueden seguir contando historias.  Todas extensas, una más tremenda que la otra. Mujeres diferentes, con edades diferentes, circunstancias diferentes. Y un denominador común: no están. En este momento Argentina busca al menos a 140 mujeres perdidas. Mujeres que en los últimos 20 años tenían vidas como cualquiera de las nuestras y no están más.

Lo que no podemos dejar de hacer, como ya lo dijimos previamente, es dejar de buscar. Hay que acompañar a las familias. Y difundir su búsqueda, eso ayuda a romper el silencio. Son tantas que es posible que alguien que hoy lee estas líneas sepa algo.  Estadísticamente, de 140 personas perdidas, con tantos lectores y lectoras, quizás alguien sabe algo, pero no lo quiere o no puede decirlo.

Estas 140 mujeres perdidas requieren que alguien rompa el silencio. El silencio juega para el enemigo, para el mal. Si alguien intervino en la desaparición de una mujer, no quiere que se hable de eso. No quiere que el tema ocupe lugar en la sociedad. Pero tenemos clarísimo este punto: a días, semanas, meses y años de estar buscando a 140 mujeres, la clave es romper el silencio. Y que alguien, por el motivo que sea, aún anónimamente, diga algo, escriba algo, mande un mail, envíe un mensaje de WhatsApp, al menos camuflado, pero que diga algo. El centro de lo que intentamos es que alguien que participó o participa de la desaparición de estas 140 mujeres que busca un país, rompa el silencio. De eso se trata la búsqueda cuando ya pasaron horas y días.

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Jugadores de Estudiantes posan con un flyer sobre la búsqueda de mujeres perdidas.
Foto: Liga Profesional de Fútbol.

Estos días, y este mes en particular, en todos los estadios de fútbol, en 14 estadios donde 28 equipos juegan cada fin de semana la fecha de la Liga Profesional Argentina de varones, se muestran los rostros de estas 140 mujeres. Con la esperanza de que alguien las vea y diga: “Yo sé algo”.

Es durísimo recordar cada historia. Pero para cerrar con la verdad de lo que ocurre no podemos dejar de decir que la mayoría de las mujeres que se pierde, el 90% aparece en cuestión de horas o días. Pero entre tres y cuatro mujeres por año se pierden y no aparecen más.

Hace unos meses, en un partido de fútbol de mujeres, se movieron estas imágenes, se difundieron con videos y flyers y esto generó un movimiento que finalmente hizo que una mujer perdida, joven madre de 24 años, perdida seis años atrás, pudiera ser encontrada. Esto fue posible porque una, dos, tres o más personas, además de su familia, movieron, agitaron, se comprometieron. Si la comunidad se involucra es posible que alguien rompa el silencio. Que alguien diga lo que no quiere o no puede decir.

Tenemos la esperanza que estas 140 mujeres estén en algún lugar. Pero necesitamos que alguien rompa el silencio y esta mujer vuelva a estar con sus familias y se reintegre a su comunidad.

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Si hablamos del Día de la Mujer, también tenemos que hablar de otra causa que debe crecer: es necesario detener definitivamente la violencia de género.

Hace un año reflexionábamos en esta newsletter sobre el tema. Hoy, en un 2022 en el que se registra un femicidio cada 26 horas y con noticias como la de la violación de seis jóvenes a una joven, la idea de aquella edición de OXÍGENO sigue vigente: “Hay una reflexión que no estamos haciendo los varones. Hay un cambio, una transformación que tenemos que hacer y aún no se produce. Hay una evidente responsabilidad en el universo masculino que tarda en llegar. Y, mientras tanto, debemos preguntarnos, como comunidad y como país: ¿cómo evitar el próximo crimen?”.

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Como parte de una comunidad global, lo que pasa en Europa del Este no nos resulta indiferente. La guerra, como cantaba León Gieco, “pisa la pobre inocencia de la gente”. Y detrás de operaciones militares y disputas geopolíticas, quedan personas. Algunas que sufren bombardeos en las inmediaciones de sus hogares, o hasta la pérdida de seres queridos. Y ya un millón de personas que ha tenido que cruzar las fronteras de su país, abandonar su nación, y pedir refugio en algún otro Estado.

A la distancia, nuestra solidaridad y oraciones por tantas personas afectadas. Y también nuestra emoción y asombro por algunas actitudes llenas de luz que se ven en medio de tanta oscuridad. La de personas que no son indiferentes, que hacen eso que tanto marcamos en OXÍGENO: levantar la mirada, ver el sufrimiento del otro. Me refiero a quienes, por ejemplo, se acercan a las fronteras ucranianas a ayudar a las personas que escapan del horror.

Como ocurrió en Hungría: una madre tenía a su familia en territorio ucraniano. El padre de su hijo e hija no tenía permitido el cruce de país, y una extraña se ofreció a acompañar al niño y la niña. Acá se ve el video.

O a una mujer polaca que se acercó a la frontera y ofreció albergar en su propia casa a una madre ucraniana, quien junto con su niña de cinco años no habían cruzado el límite internacional pero no tenían dónde ir.

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Una niña con un barbijo en primer plano plantando un árbol nativo.
Intervención: Julieta de la Cal.

Ya lo dijimos muchas veces, pero vale la pena repetirlo: plantar árboles nativos es una necesidad imperiosa ante el avance del cambio climático. Y de eso se trata nuestra campaña del mes en marzo. Este mes queremos acompañar a una escuela de Chubut que por año dedica 40 jornadas a plantar especies nativas.


Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mando un gran abrazo.

Juan