El número de quienes están dentro del espectro varía según distintos estudios. Hay algunos que hablan de una prevalencia en 1 de cada 44 niños y otros en 1 cada 10.000 personas. En Argentina este tipo de relevamientos prácticamente no existen. ¿Cómo influyen en esta diversidad de datos la evolución en el diagnóstico, la mayor consciencia y el acceso a una atención especializada? ¿Por qué contar con información de calidad (algo que puede ofrecer el censo) es clave para poder promover mayor inclusión?
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