Esta corriente supone desarrollar productos, servicios, entornos y comunicación con acceso para todos, sin que haga falta adaptarlos o rediseñarlos cada vez según diferentes necesidades. Aunque de a poco tomamos conciencia de la diversidad de habitantes del mundo, pocas ciudades son realmente accesibles: están pensadas para personas que, entre otras cosas, pueden ver, oír o movilizarse sin problemas. La autora de esta nota, que es periodista, escritora y tiene una discapacidad, señala aquello que falta en el tradicional evento porteño y alumbra iniciativas incipientes que buscan hacer del universo cultural uno más inclusivo.
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