Sabemos que los líderes necesitan autoconciencia para ser efectivos. Ser autoconsciente requiere entender las propias fortalezas, debilidades, sentimientos y valores, al igual que su efecto en las personas. Sin embargo, la autoconciencia es inútil sin una habilidad igualmente importante: La autogestión, que es la elección consciente de resistirse a una preferencia o hábito, para demostrar un comportamiento más productivo.
Es un proceso de cuatro pasos que requiere que usted:
Esté presente. Ponga atención a lo que está sucediendo en este momento.
Este autoconsciente. ¿Qué está viendo, escuchando, sintiendo, haciendo, diciendo y considerando?
Identifique un rango de opciones de conducta. ¿Qué quiere hacer a continuación? ¿Cuáles son las posibles consecuencias de cada acción?
Elija los comportamientos más productivos. ¿Qué comportamiento generará el mejor resultado – incluso si no es el comportamiento más fácil para usted?
Comportarse de alguna forma que no está alineada con sus preferencias puede hacerlo sentirse incómodo y poco hábil. Tener que hacer algo que contradice nuestros hábitos puede evocar reacciones similarmente negativas. A pesar de estas barreras, el autocontrol es una habilidad que puede aprenderse.
Así es como debe empezar:
Decida donde quiere autogestionarse. Identifique circunstancias en la que su actual enfoque no está funcionando tan bien como usted quisiera.
Reflexione sobre lo que está impulsando su falta de autogestión. En esas situaciones, note cómo se siente, qué es lo que quiere y cómo está interpretando lo que sucede a su alrededor. ¿Qué está impulsando sus acciones? Usted podría estar tentado a omitir este paso de reflexión y pasar directamente a la planificación y a la práctica, pero no lo haga. Entender por qué tomamos nuestras decisiones es crucial para cambiar esas elecciones.
Considere sus opciones y cómo reacciona a ellas. En lugar de su comportamiento estándar, ¿qué más podría hacer? ¿Cuál es su reacción a esas opciones? Note cómo sus preferencias y hábitos se muestran aquí, y pregúntese qué es lo que está tratando de evitar cuando cae en esos hábitos y preferencias.
Haga un plan. Ahora que sabe qué es lo que quiere cambiar, entiende qué es lo que lo impulsa y ha identificado algunas opciones, piense en pasos concretos que pueda dar.
Practique. Crear nuevos hábitos requiere práctica. Al mismo tiempo, explore sus reacciones ante la práctica. ¿Qué puede aprender de lo que está haciendo, y de cómo está reaccionando, que pueda orientar la perseverancia de esa práctica?
Repita el proceso. Regrese al paso dos y observe sus esfuerzos, reflexione sobre sus elecciones, revise el plan y practique más. Cada vez aprenderá un poco más acerca de cómo opera, qué impulsa su comportamiento y cómo puede mejorarlo.
Para ser tan efectivos como sea posible, los líderes necesitan ir más allá de la autoconciencia, hacia la autogestión. Comience reconociendo sus acciones actuales, considerando alternativas y dedicando el trabajo necesario para resistir lo que pudiera ser más familiar o cómodo.
Jennifer Porter es socia directiva de The Boda Group.
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