Pintar, dibujar, componer poemas, cantar en un coro, visitar un museo en grupo, participar en un grupo de teatro… Las actividades artísticas pueden mejorar nuestro bienestar psicológico, fisiológico y social, fomentando incluso la adopción de comportamientos más saludables y el desarrollo de habilidades para mejorar nuestra vida. En un informe de 2019, la OMS recomendaba por primera vez incluir el arte y la cultura en los sistemas sanitarios.
El informe de 2023 sobre enfermedades no transmisibles Aprendiendo de las artes muestra que estas afecciones (dolencias cardiovasculares, diabetes, enfermedades respiratorias crónicas y cáncer, entre otras) son responsables del 90 % de todas las muertes en la Región Europea de la OMS. Las artes pueden proporcionar soluciones creativas para reducir la carga en los tratamientos y abordar soluciones desde la prevención, especialmente durante un estado de crisis prolongada o permacrisis.
Es el momento de pasar a la acción. Y quizá una de las fórmulas más adecuadas para hacerlo e incorporar las artes en el sistema sanitario sea a través de la estrategia arts on prescription. Lo podríamos traducir como “receta artística” o “receta cultural”, cuando se recomienda por prescripción médica la participación en actividades artísticas y culturales para mejorar la salud.
Este enfoque tiene un largo recorrido en el sistema sanitario de Reino Unido y empieza a cobrar fuerza en los países nórdicos y Estados Unidos. Basados en las evidencias antes mencionadas, profesionales de la salud elaboran un plan o receta en estrecha colaboración con los recursos sociales y culturales de la comunidad para que la persona encuentre alternativas a problemas y malestares insidiosos. Porque estos no tienen por qué ser atendidos solo desde una perspectiva sanitaria, sino desde una visión más holística donde el arte y la cultura pueden facilitar mecanismos para la mejora y el bienestar.
En esta misma línea, el grupo de investigación colaborador de la OMS de la University College of London (Reino Unido) recoge en su último informe el impacto que tiene el arte en la prevención, la promoción de la buena salud y el tratamiento de enfermedades. El estudio recoge múltiples formas de participación artística, desde las más activas (como talleres de diferentes técnicas, tocar instrumentos o cantar en un coro) hasta propuestas más receptivas (como visitas a museos o patrimonio, cine o teatro).
Así pues, es necesario recetar o prescribir arte en todas las etapas de la vida: en la infancia, para mejorar la autoestima, potenciar la concentración o evitar comportamientos poco saludables; durante la etapa adulta, con el fin de evitar problemas de depresión o ansiedad; y, por supuesto, como herramienta contra el deterioro cognitivo y el dolor crónico y para evitar la soledad no deseada o el aislamiento en las personas mayores.
Cobertura de arte y salud universal
No podemos obviar que profundas barreras socioeconómicas e importantes desigualdades determinan el acceso a la cultura. Lo que la OMS define como determinantes sociales de la salud, es decir, las circunstancias en que las personas nacen crecen, trabajan, viven y envejecen –incluido el conjunto más amplio de fuerzas y sistemas que influyen sobre las condiciones de la vida cotidiana– son auténticas barreras también en el acceso a la cultura y a las artes.
Si tiene hijos menores o si vive en pareja, en barrios deprimidos o en zonas rurales, probablemente disminuirán sus oportunidades para participar en actividades artísticas. A esto hay que añadir dificultades de salud física, salud mental o soledad que hace que personas y colectivos no participen en esas actividades, perdiendo oportunidades de socialización y bienestar.
Desde CultureForHealth, consorcio europeo en respuesta al mandato de la OMS, proponen varias respuestas urgentes en este sentido: desde abordar la crisis de salud mental global y el envejecimiento de la población hasta promover una ciudadanía activa y comprometida o dar soporte y apoyo para el bienestar de los jóvenes.
Explosión de arte y participación ciudadana en Madrid
No tenemos que ir muy lejos para encontrar ejemplos brillantes del poder de las artes en la salud y el bienestar, y cómo esas barreras socioeconómicas pueden derribarse. Es el caso de Madrid Salud, organismo autónomo del Ayuntamiento de Madrid. Según el último informe de la OMS, representa muchas de las consideraciones clave para el éxito en proyectos de arte y salud.
Hace ya doce años, gracias a un acuerdo de colaboración entre la Universidad Complutense de Madrid y Madrid Salud, se inició un recorrido apasionante, creando oportunidades para que estudiantes e investigadores de las artes y la educación artística desarrollaran junto con profesionales de la salud comunitaria intervenciones y proyectos conjuntos.
El resultado ha sido una explosión de vida artística y de participación ciudadana en barrios madrileños como Vallecas, Usera, Villaverde, Arganzuela o Ciudad Lineal. Los centros de salud comunitaria se han llenado de propuestas artísticas: talleres de acuarela o poesía creativa, visitas a museos, la creación de un jardín vertical en Puente de Vallecas, la fiesta vecinal de la Colonia Experimental de Villaverde…
Sin duda, toda esta explosión de intervenciones tiene algo en común: son actividades artísticas donde los participantes, además de dibujar, pintar, tejer, sembrar o dialogar a través de las obras de los museos, generan espacios de confianza, cuidado, celebración, transformación, diálogo, apertura y, sobre todo, conexión con la vida. ¿Qué más le podemos pedir al arte? ¡Arte y Salud!
Este artículo fue publicado previamente por la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.