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El nuevo lobby

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En la última semana se multiplicaron las versiones sobre quién ocupará cada ministerio o secretaría en el nuevo Ggobierno y las empresas activan sus contactos para tejer relaciones con los futuros funcionarios. Una oportunidad para pensar con claridad y evitar errores no forzados.

El nuevo lobby

Intervención: Marisol Echarri.

¡Buenos días! En la última semana se multiplicaron las versiones sobre quién ocupará cada ministerio o secretaría en el nuevo Gobierno y las empresas activan sus contactos para tejer relaciones con los futuros funcionarios. Una oportunidad para pensar con claridad y evitar errores no forzados.

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Intervención: Marisol Echarri.

Cambio de ciclo. Si los rumores fueran dólares, tendríamos para financiar misiones a Saturno. A la natural expectativa que se instala en cualquier cambio de ciclo, se suman la escasez de cuadros propios en las filas mileístas y el interés de los socios —el PRO, el peronismo federal y algún radical pragmático— por hacerse con una tajada de poder. Resultado: a medida que se acerca el 10 de diciembre, se multiplican las versiones (y las operaciones) en los medios y las redes para poner o sacar funcionarios. Lo normal.

En este contexto, crece la ansiedad en las empresas mientras los profesionales de asuntos públicos empiezan a sentir la presión de sus jefes: “¿Conocés al que va a ser secretario? ¿Tenés su celular?” “¿Por qué no vamos pidiendo una reunión con él, antes de que asuma?” “¿Sabés si juega al golf?” “Dicen que es hincha de River, como yo”. “Tengo un amigo que manda a los hijos al mismo colegio que él y lo tiene en el chat. Le voy a decir que me lo presente”.

Así las cosas, lo mejor es tener la cabeza fría y dar pasos seguros, con una mirada estratégica:

  • Serenidad. Y si hay ansiedad, que no se note. No es momento para cafés forzados con funcionarios que no figuran todavía en el Boletín Oficial. En todo caso, mejor escuchar a tantos como se pueda, explorar opciones y desarrollar una narrativa consistente sobre lo que se quiere plantear. Mientras, intentar dialogar con todas las fuerzas políticas: las decisiones más relevantes tendrán que pasar por el Congreso y van a necesitar consenso. Mejor que sean muchos los que entiendan la naturaleza de los problemas y cuáles podrían ser las soluciones.
  • Cambio de mindset. Con sus matices, desde el fin del menemismo en adelante, el Estado cumplió un rol central en la vida de las empresas: licitaciones, concesiones, otorgamiento de permisos, cepos, siras. Un mundo de peajes. Eso parece estar por cambiar: “¿Por qué el gasoducto tenía que ser estatal? (…) La quinta línea tiene que ser privada. La sexta, cuando alguien la piense, también”, dijo Diana Mondino ante 1.000 empresarios la semana pasada. Quizá sea necesario reeducar el cerebro: muy probablemente haya menos restricciones, pero también menos ayuda. Alianzas entre privados y financiamiento de donde se pueda, no del Estado.
  • El mensaje hacia afuera. La prensa internacional encontró paralelismos inquietantes entre Milei, Trump y Bolsonaro. Y el cerebro simplifica: histriónicos, explosivos, provocadores, culpan a la política tradicional de los males que sufren sus países. Luego, son lo mismo. No hay tiempo para un análisis más profundo. Quien quiera atraer inversiones a la Argentina tendrá que ensayar una narrativa distinta con sus casas matrices y con las embajadas. Los ingredientes de este cóctel: la demanda social, Milei y su personalidad, la doctrina libertaria, el perfil del gabinete, los condicionamientos de los aliados y la oposición en el Congreso.

El mayor aporte del área de Asuntos Públicos no es tener todos los teléfonos. Ni siquiera conseguir las reuniones. Eso es clave, pero insuficiente. La diferencia la hace el enfoque: entender el contexto, interpretar los intereses, leer las motivaciones, descifrar los tiempos, anticipar los riesgos. Como un buen sherpa de alta montaña que, en medio de la niebla, sabe dónde pisar. Y dónde no.

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Tres preguntas a Daniel Innerarity. Es un profesor y ensayista español, a quien ya citamos anteriormente en Comms, especializado en filosofía política, autor de numerosos libros y director del Instituto de Gobernanza Democrática de la Universidad del País Vasco.

—¿Cuáles son los aspectos de la democracia que más te preocupan?
—La sociedad ha ido evolucionando con el paso del tiempo y las formas políticas también. Si partimos de la edad contemporánea podemos decir que en la institución del Parlamento (o la democracia representativa) hay una ficción que pudo funcionar en ciertos momentos: la pretensión de que la deliberación parlamentaria en el seno del Estado nacional podía acompañar y modular la evolución de la sociedad. Actualmente, la aceleración de la historia, la evolución de la tecnología y la creciente interdependencia hacen que esa ficción sea ilusoria. Mi teoría de la democracia compleja parte del reto que para la democracia supone este desfase entre la realidad, los conceptos con los que tratamos de entenderla y nuestros instrumentos para gobernarla.

—¿Cuáles son los requerimientos democráticos?
—Si queremos tener una democracia robusta, estamos obligados a equilibrar una diversidad de factores (participación, primacía del derecho, división de poderes…) e impedir que uno de ellos se imponga sobre el resto. Democracia es, fundamentalmente, aseguramiento del pluralismo, también del pluralismo de instituciones que limitan el ejercicio del poder. El populismo es lo contrario de eso, y puede rastrearse hasta en la democracia ateniense, pero tiene al menos dos aspectos nuevos: el hecho de que haya un público que sobrevalora su capacidad de comprensión de los fenómenos políticos y la creciente desintermediación de la sociedad. Debida, entre otras cosas, a las redes sociales y a la desconfianza respecto de las instituciones que se encargaban de establecer esa mediación (partidos, iglesias, sindicatos, medios de comunicación).

—El liberalismo político y económico que cree en el Estado de derecho, la libertad individual, los valores en torno a los derechos humanos y en el libre mercado, ¿está también en cuestión?
—Lo que podríamos llamar la cultura política liberal, que echamos en falta cuando hablamos, por el contrario, de democracias iliberales, es una adquisición colectiva exitosa a la que le auguro, pese a todo, una larga vida. La socialdemocracia o el republicanismo son, a mi juicio, más potentes en sus propuestas de intervención en la sociedad y en su concepción de que la libertad, más que como ausencia de impedimentos, ha de ser entendida como ausencia de dominación de unos sobre otros. En ese contexto, el Estado sigue teniendo un protagonismo como lugar de la construcción de la soberanía popular, pero requiere ser pensado sin oponerlo al mercado e inserto en comunidades globales que limitan su soberanía y le adjudican responsabilidades más allá de su espacio inmediato de acción.

Las tres preguntas a Daniel Innerarity son una versión editada de una entrevista más extensa que le hizo Gabriel Pastor, publicada en Diálogo Político en abril de 2023. Para acceder a esa versión podés hacer click acá.

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Kissinger. “Murió el mejor”. Así titula Mariano Caucino este artículo en el que repasa algunas de las claves del pensamiento de este líder extraordinario, maestro de diplomáticos. Lo legítimo, lo justo y lo posible se entrecruzan y combinan en la mirada de Kissinger, que, con su realismo descarnado, es capaz de combinar la experiencia —por haberlo vivido en primera persona—, la capacidad analítica y la pluma brillante. Se han escrito centenas de artículos sobre el gran Henry con ocasión de su muerte. Este de Caucino aporta una mirada valiosa que trasciende lo anecdótico.

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Academia. El zar de la diplomacia, Henry Kissinger, dejó este mundo hace pocos días. Tenía 100 años. Su libro insignia, Leadership. Six Studies in World Strategy, es una obra maestra sobre el liderazgo y la habilidad política, en el que destaca el coraje y la fuerza de carácter como las cualidades más importantes de los líderes. Luego, una galería de grandes políticos sirven como ejemplos ilustrativos, analizando en cada uno una virtud más destacada: Konrad Adenauer, Charles De Gaulle, Richard Nixon, Anwar Sadat, Lee Kuan Yew y Margaret Thatcher. Un clásico.

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Oportunidades laborales

Hasta acá llegamos esta semana. ¡Hasta el próximo miércoles!

Juan

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