David Lynch no habla exactamente sobre escribir en Atrapa al pez dorado, publicado por Penguin Books. Habla sobre la creatividad, ideas como peces, peces cineastas.
Este libro no parece delirante ni nada del estilo de sus películas, es más bien clarísimo, transparente y devorable. En cortísimas reflexiones de una o dos páginas explica cosas que ayudan al proceso creativo, cosas que lo dificultan, y algunos hermosos sentimientos sueltos sobre el cine y filmar. Recorre mucho el tema de la meditación, pero esto como parte de una reflexión mayor:
“La depresión, la rabia, y la pena resultan bellas dentro de una historia, pero para el artista son veneno. Son como unas tenazas para la creatividad. Y si te aferran, apenas puedes levantarte de la cama, mucho menos experimentar el fluir de la creatividad.”
No se trata sólo liberarse de esas tenazas y emociones negativas por medio de meditar, leer, caminar o cualquier actividad que nos ayude a estar presentes. También habla de la libertad, el espacio y tiempo que hay que tener para llegar a este fluir. “Si quieres disfrutar de una hora de buena pintura, necesitas disponer de cuatro horas seguidas sin interrupciones” decía el padre de su amigo, a quien él admiraba. Leila Guerriero también habla de esto en una de sus clases, sobre la dificultad de dedicarle una pequeña fracción de tiempo a una tarea creativa, si sé que en media hora tengo que estar en algún otro lugar.
Esta situación me recuerda a cuando era chiquita, y compraba con mis padres peces para agregar a la pecera. Te los daban en una bolsita transparente con agua de la pecera de donde estaban, y uno tenía que sumergir esa bolsa con agua abierta dentro de la pecera propia. Ellos se tomaban todo el día para ir pasando del agua de su bolsa al agua de otra pecera, nadaban despacio entre las aguas que se iban mezclando. Así de gradual se siente muchas veces entrar en la zona de claridad y creatividad.
El libro de Lynch tiene también unos apartados llamados “Interpretación” y “El círculo”, que se adaptan muy bien a varias formas artísticas. Comenta sobre cómo a veces la gente sale de una película y dice que no entendió, que quiere saber qué significa, o cómo discuten sus interpretaciones con amigos, y llegan a distintas conclusiones. Y estas conclusiones, dice, serían válidas, porque no hay nada que agregar que no esté en la obra y porque . “Aunque los fotogramas de la película sean siempre los mismos —el mismo número, en la misma secuencia, con los mismos sonidos— cada proyección es distinta. A veces la diferencia es sutil, pero ahí está. Depende del público”.
Y depende del público, podríamos agregar, no sólo de persona a persona, sino incluso para una misma persona. ¿Cuántas veces escucharon una misma canción, pero en distintos momentos y con distintas emociones provocadas? Muchos músicos se irritan de que les pregunten qué significa tal canción o tal disco, y lo que propone David Lynch es similar a la idea del disco This is all yours, de Alt J, que significa exactamente eso: esta obra te pertenece, significa ahora lo que vos creés que significa. Escribir, componer, filmar o pintar es entregar algo de este sentido, es desprenderse de la obra, es, quizás, lo que hace que la experiencia de ser leídos por otros sea tan rica. En las cosas que producen los artistas, hay mucho más de lo que ellos mismos podrían dar cuenta.