Celebremos las familias heroicas que deciden donar órganos y dar vida - RED/ACCIÓN
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Celebremos las familias heroicas que deciden donar órganos y dar vida

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Hoy es el Día Nacional del Donante de Órganos. Hace pocos días, este gesto admirable permitió que Isidro, un niño de cuatro años, se trasplantara del corazón tras esperar ocho meses.

Celebremos las familias heroicas que deciden donar órganos y dar vida

Intervención: Julieta de la Cal.

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¡Buenas tardes! Hoy es el Día Nacional del Donante de Órganos. Hace poco más de una semana, este gesto admirable permitió que Isidro, un niño de cuatro años, se trasplantara del corazón tras esperar ocho meses. Por eso, y por tantas personas que elijen donar, esta newsletter es para festejar.

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Intervención: Julieta de la Cal.

Aunque por nuestra educación y nuestra cultura nos suele generar cierto pudor, es un excelente momento para celebrar. Hay muy buenas razones.

En primer lugar, para iniciar esta celebración, quisiéramos saludar, abrazar y aplaudir a una familia que no conocemos. Es una familia de un chiquito o una chiquita de cortísima edad que, en un momento durísimo, en que fallece su hijo o hija, deciden donar sus órganos. Esa familia, que representa a una o dos familias cada día de la Argentina, heroicas hasta la locura, que en ese dolor que les toca vivir entregan, ceden, donan. Es maravilloso. Empezamos celebrando, entonces, que exista esta familia y existan estas familias donantes.

Y la celebración va de la mano de esto. Isidro, hace ocho meses que hablamos de Isidro: compartimos sus imágenes, su campaña. Es un chiquito de Tandil que vino de urgencia a Buenos Aires a esperar un trasplante. Y pasaron las horas y no aparecía el donante. Y los días, y las semanas, y los meses. Y después de ocho meses se trasplantó hace unos pocos días. Y evoluciona. Y evoluciona bien. Con lo dificultosos que son los primeros tiempos postrasplante.

De eso se trata: de tantas campañas, tanta concientización, tanto esfuerzo, de tantas miles de personas que en sus redes y sus vidas hacen acciones. Acciones como un papel o un mensaje de WhatsApp, o un mail o una conversación de amigos, o actividades para promover la donación en universidades o colegios. A veces, como en esta situación, estas acciones generan vida real: Isidro tiene un corazón nuevo, cedido por esta familia admirable.

Qué difícil es celebrar para nuestra cultura, qué difícil es festejar. Porque cada vez que uno celebra supone que hay n montón de otras tristezas. Y de hecho hay 7.000 personas esperando un trasplante y 180 menores de edad en esa misma espera. Pero al revés, podemos hacer la otra lectura: la importancia de donar y de que, si cada tanto, Isidro y otros chicos y chicas se trasplantan, hay esperanza, esperanza real. Y depende de nosotros, de nuestro compromiso a nivel personal y comunitario.

Estamos en días de gloria: pocas veces hubo campañas tan grandes, con tantos meses de espera Fueron ocho meses de un chiquito conectado a una máquina, y ahora se trasplantó. Así que queríamos solo eso: celebrar. Y agradecer la tremenda generosidad de una familia que no conocemos que hizo posible que Isidro pudiera tener una vida como todas las demás.


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Durante los ocho meses de espera de Isidro, su familia llevó adelante una campaña extraordinaria. En medio de una situación tan compleja, no solo a difundieron la situación del niño, sino que, a partir de esto, se abocaron a concientizar sobre la importancia de donar órganos. Promovieron la reflexión, las charlas. Instaron a la comunidad a comprometerse. Acercaron información, en busca de derribar mitos.

Estos recursos se pueden encontrar en la cuenta de Instagram @uncorazonparaisi.

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En noviembre de 2020, el Congreso de la Nación estableció el 29 de agosto como el Día Nacional del Donante de Órganos. Ese día, pero en 1999, María Antonella Trivisonno, una niña de seis años, falleció en Rosario por un accidente automovilístico. Su familia decidió donar los órganos de la pequeña.

Silvia y Alejandro, la mamá y el papá de Antonella, se han abocado a promover la donación de órganos. "El Día del Donante hace que uno tenga la mirada puesta no solo en la persona trasplantada y el médico, sino en las familias que han perdido a la persona donante. En general agradecemos y celebramos la decisión de permitirle a otro de que continúe con vida. Es algo maravilloso. Pero como familia vamos más allá: no donamos los órganos de Antonella por cómo murió, sino por cómo vivió. Uno recuerda todo lo que nos donó ella día a día, era una niña llena de vida", cuenta Silvia. Y aclara que "es una mirada distinta a la del 30 de mayo, que es el Día de la Donación de Órganos. No es un homenaje al donante, sino recordarlos desde la vida, desde sus historias, sus abrazos. Y, desde ese lugar, darles un abrazo a todas las familias donantes".

Hoy Silvia y Alejandro participarán de un conversatorio virtual. Será de 19 a 21 y podés ingresar acá. "En el conversatorio queremos contar que todos podemos ejercer el derecho a decidir donar. La Ley dice que todos somos donantes a menos de que digamos lo contrario. Pero no todos los saben. Y si uno no lo expresa y algún día tiene un accidente, la familia no lo va a poder escuchar la propia boca. Elegir qué quiero hacer con mis órganos no solo beneficia a un tercero, sino a mi propia familia para transitar el duelo en paz, sabiendo que hizo lo que se le había pedido".

Un mensaje de

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Las familias de Antonella (izquierda) y las de Sebastián (derecha), unidas por la donación y trasplante (de órganos y médula ósea) y por historias emotivas.

Seguimos con los festejos. Porque, como decíamos, cada tanto somos testigos de cómo la solidaridad impacta en la vida de las personas. La última semana se cumplió un aniversario muy especial: una década desde que Sebastián, un vecino de Olivos, se trasplantó de médula ósea en Boston. Sebastián tuvo que viajar hacia la capital del estado de Massachusetts para tratarse del síndrome de XLP, una enfermedad poco frecuente que afecta al sistema inmunológico. A raíz de esta patología, Sebastián perdió a cuatro de sus siete hermanos.

Para realizarse dicho tratamiento, que duró un año, Sebastián tuvo que recolectar 970.000 dólares. Algo que fue posible mediante la solidaridad de muchísimas personas, que donaron de a poco dinero.

Una década más tarde, Sebastián recuerda: “Luego del trasplante y de estar en Boston durante el año y medio que duró el tratamiento postrasplante, nos habíamos amoldado a la vida diaria y decidimos seguir cerca del hospital y grupo de médicos que me habían tratado. Arriesgamos muchas cosas más para seguir viviendo acá. Pasamos por momentos muy difíciles, pero nuestra visión hacia la vida era completamente diferente. Tanto durante la campaña solidaria como durante el trasplante, aprendimos a mirar siempre hacia adelante y a disfrutar el presente”. También dice que con su esposa y sus hijos se volvieron más resilientes. “Hoy disfrutamos mucho más de cada momento, con pasión, más allá de las circunstancias. Sabemos que después de cada momento amargo siempre vienen otros de alegría”.

Sebastián dice que en aquel momento vivió “dos milagros en poco tiempo”. Uno que fue posible mediante la persona que eligió donar médula ósea. “En estos 10 años siempre sentí un profundo agradecimiento al donante, a quien nunca conocí. Solo sé que era un varón de 24 años, de la zona de Boston. Hoy le diría lo mismo que le dije en una carta que le hice llegar hace diez años: que gracias a su gran corazón, hoy el disfruta de su vida pero además me salvó la mía. Y no solo mi vida: sino la de un esposo, un padre, a un amigo. Ayudó a todo el circulo que me rodea”.

El otro milagro fue la campaña solidaria con la que recaudaron el dinero para la operación y el tratamiento. “Desde entonces, siempre tratamos de poner nuestro granito de arena, sea con plata o tiempo. No se puede comparar con médula ósea, pero también es dar. Y, mientras seguís con tu vida, salvás a otra persona y a todo su círculo”, cierra.

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Para concluir la edición de hoy, te dejamos otra linda noticia que nos ayuda a vislumbrar el camino de la inclusión. Una película argentina ganó recientemente el Festival Internacional de Cine y Música de México. El filme se llama Se puede (la película especial) y tiene la particularidad de ser el primero en el cual todos los actores tienen alguna discapacidad.

“No son actores, o no lo eran. Yo les enseñé a actuar sacando lo mejor de cada uno y realzando sus propios potenciales”, contó Claudio Rey, productor y director, pero también papá de Gustavo, de 35 años, con síndrome de Down y uno de los protagonistas de la película.

“El titulo no se refiere al slogan político sino a que las personas con cualquier discapacidad puede hacer lo que se proponga al punto de sorprenderte y mucho; personas especiales no por tener una discapacidad sino porque son seres maravillosamente especiales”, sumó Rey en esta entrevista con Infobae.


Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mandamos un gran abrazo.

Juan y David