De las elecciones en Francia a la compra de Twitter: ¿por qué todo tiene que ver con el cambio climático?- RED/ACCIÓN

De las elecciones en Francia a la compra de Twitter: ¿por qué todo tiene que ver con el cambio climático?

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Un análisis que incluye lo mencionado en el título, un reporte sobre desertificación, una guía climática y un repaso por Escazú

De las elecciones en Francia a la compra de Twitter: ¿por qué todo tiene que ver con el cambio climático?

Fotos: AFP | Intervención: Julieta de la Cal

Un análisis con foco en los hechos de actualidad de esta semana y el tema transversal de esta newsletter. Un análisis que incluye lo mencionado en el título, un reporte sobre desertificación, una guía climática y un repaso por Escazú. Además, una invitación al Espacio Planeta en el Quilmes Rock (o a que lo sigas por nuestro Instagram). ¡Empecemos!

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Fotos: AFP | Intervención: Julieta de la Cal

"Esta chica relaciona todo con el cambio climático". Sí, supongo que eso es lo que están pensando y no los culpo. La elección del tema central de hoy no la hice sola, la puse incluso a debate con algunos compañeros de RED/ACCIÓN y, si, aquí estamos, imaginarán sus respuestas. No es que quiera conectar todo con el cambio climático, es que los hilos transversales del tema se ponen solos en evidencia ante cualquier mínimo hecho que llega a los titulares alrededor del mundo, sea una elección presidencial, sea la compra de una red social.

Así que en esta edición les propongo iniciar con un análisis sobre dos de los hechos más destacados que ocurrieron desde nuestra última conversación: las elecciones presidenciales en Francia y la compra de Twitter en las multimillonarias manos de Elon Musk. Claro que el objetivo es analizarlos en función de eso que nos involucra en esta newsletter (y más allá de ella): la necesaria acción que urge poner en práctica ante el cambio climático.

  • Vive la France! 🇫🇷 La victoria de Emmanuel Macron en su reelección a la presidencia de Francia trajo el domingo pasado algo de alivio a nivel global por todo lo que una victoria de la ultraderecha podía significar. En ese significar, la acción climática no estaba ajena. El presidente chileno Gabriel Boric dio sus felicitaciones al ganador francés con un foco particular: "El pueblo francés habló claro: la lucha contra el cambio climático y el fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos es fundamental. Cuente conmigo para avanzar en esas materias". ¿Podía Macron representar un mejor partido en términos de la acción climática y la política internacional en el tema?

    Cuando leí que Marine Le Pen -la candidata presidencial en la otra vereda- proponía desmantelar parques eólicos existentes, pensé que debía haber algún error. Fui a su plataforma y no, ahí estaba la propuesta, muy clarita: "detener los proyectos eólicos y desmantelar gradualmente los parques existentes". La propuesta de Le Pen se hacía en nombre de "asegurar la independencia energética de Francia para bajar su factura" y en pos de "relanzar los sectores nuclear e hidroeléctrico e invertir en el sector del hidrógeno". La plataforma ecológica de Le Pen complementaba esta propuesta con otra acción: “suspender todas las ayudas dedicadas a impulsar estos procesos”. Claro que luego eso no se entendía con el “promover las renovables” que aparecía por ahí en las líneas siguientes. 

    Seguir invirtiendo en combustibles fósiles es algo que, lamentablemente, vemos en la mayoría de los políticos alrededor del mundo, pero ¿desmantelar proyectos de renovables? Desde ya que eso, definitivamente, no es compatible con lo que los incontables reportes del IPCC nos vienen diciendo que debemos hacer ante la crisis climática.

    Con su programa de Transición Ecológica Macron proponía continuar en una dirección -claramente- contraria a la de Le Pen. Sus metas incluían desde promover energía eólica offshore (sobre el mar), energía solar y biogás hasta comprometer 50.000 millones de euros para la transición. 50.000 millones. Guarden el número en su mente que hoy los números importan. Las acciones de transición abarcaban las distintas áreas: educación, infraestructura, transporte, biodiversidad…

    ¿Es Macron, como ganador de estas elecciones, entonces un político perfecto para la necesaria acción climática? Si me leen hace bastante saben que en estos temas nada, pero nada, es absoluto. Miremos primero un poco en retrospectiva. Por un lado, Macron fue uno de los políticos que más firme se puso ante aquellos que querían salirse del Acuerdo de París (como Donald Trump en Estados Unidos) o que amenazaban con irse (como Jair Bolsonaro en Brasil). En 2018 reiteró en varias oportunidades que Francia no firmaría acuerdos comerciales con países que no respetaran el Acuerdo de París, lo que buscaba -claramente- generar presión sobre los gobernantes que querían ir en contra del acuerdo climático.

    Pero, por otro lado, el conflicto de los chalecos amarillos significó para Macron -y para el mundo- la demostración del desafío que supone la necesaria transición energética y por qué debe ser inclusiva. Sin considerar los aprovechamientos políticos que hubo desde otros partidos o grupos (incluso de la propia candidata con la que se disputó el pasado fin de semana), la política de incrementar el impuesto a los combustibles impactó negativamente en ciertos grupos que no tardaron en manifestarse en contra de la medida en particular y de las diferencias que se acentúan entre las distintas clases sociales en general. La transición ecológica, con la que Macron tituló su propuesta de campaña, continuará siendo un desafío.

    A ello se sumará el latente desafío del rol que la energía nuclear debe tener -o no- en la transición energética. ¿Recuerdan que conversamos sobre esto hace unas semanas? Bueno, en el proyecto que le valió el triunfo, Macron se muestra contundente: "Se continuarán los esfuerzos para relanzar la energía nuclear, porque esta energía libre de carbono es esencial para nuestra soberanía". Esto incluiría construir de entre seis a 14 reactores de nueva generación e iniciar la investigación sobre pequeños reactores modulares o de nuevas tecnologías.

    Siguiendo con la mirada a futuro y tal como se mostraba expectante Boric, la re-elección de Macron puede significar una continuación y mejora en la política climática internacional. Como país miembro de la Unión Europea, Francia tiene un rol clave en los dos aspectos de la acción climática: reducir emisiones (la UE ocupa el tercer lugar como más emisor) y adaptarse a los efectos ya presentes. También tiene un rol fundamental para que ambos aspectos sean posibles de impulsarse en los países en desarrollo. Y sí, ya saben a lo que me refiero: put the money on the table. La UE en general, Francia en particular y el resto de los países desarrollados tendrán en la próxima COP27 el desafío de pasar de las promesas de números a poner el dinero sobre la mesa, o al menos eso le exigirán los países en desarrollo -desde Egipto que preside la conferencia hasta Argentina como país latinoamericano-.

    Y si de dinero se trata, algunos prefieren, en lugar de destinarlo a la acción climática, comprarse una red social...
  • Musk, sus US$44.000 y la red social del pajarito 🐦 Mientras es fin de mes y esperamos a que cambie el calendario para hacer algunos gastos, mientras en Pichichos al Rescate necesitamos recuperar el dinero invertido en la cirugía de Yiyo y la de otros cuatro perritos, mientras los países en desarrollo esperan un dinero prometido que aún no apareció, mientras... un hombre compra una red social, y no cualquiera: Twitter.

    Que el multimillonario Elon Musk compró Twitter, supongo, no es novedad. Ha sido el tema en todos los espacios, incluso en la red social en cuestión. Pero profundicemos un poco más. La noticia se dio a conocer poco después que Musk criticara al otro multimillonario Bill Gates por haberse comprobado un vehículo Porsche eléctrico en lugar de un Tesla. ¿Una pelea entre ricos por la necesaria transición en la industria automotriz? ¿O una pelea de egos? Mientras leía sobre esta disputa, la única imagen que se me venía a la mente era la de Peter Isherwell, el personaje de Don´t Look Up que, supuestamente, iba a resolver el problema del cometa que se dirigía al planeta Tierra.

    Cuando Musk apareció en escena parecía una buena promesa desde el sector privado para la acción climática. Vehículos eléctricos, paneles solares, búsqueda de desarrollo de baterías para complementar ambos se presentaban como una gran y necesaria oportunidad para la transición. Luego empezó a desarrollarse toda una serie de cuestiones que parecían comprender más a caprichos personales que a causas a involucrarse. Independientemente de que, claro, cada uno puede hacer lo que quiere con su dinero, si realmente te importa la acción climática, ¿por qué no destinar ese destino a ello?

    Musk compró Twitter por US$44.000 millones. La promesa de los países desarrollados fue de movilizar US$100.000 millones anuales de 2020 a 2025. Todavía no vimos ese dinero sobre la mesa. El sector privado no tiene que reemplazar los compromisos y las responsabilidades del sector público. Pero, ¿no puede complementarlos en pos de la acción climática? ¿Sólo importa la venta de "mi" vehículo eléctrico o verdaderamente importa la causa en cuestión: hacer frente a esta crisis climática? ¿Los US$44.000 millones de Musk y la promesa de los US$100.000 millones anuales habla de lo mucho que tiene una persona y/o o lo poco a lo que se comprometen los gobiernos?

    Confieso que de todas las redes sociales que utilizo por mi profesión, la del pajarito es mi favorita. Aún con todas sus debilidades y aspectos en contra, Twitter nos permite difundir nuestro trabajo para llegar con el mensaje y propósito a más personas. También nos permite, valga la redundancia, hacer red con posibles entrevistados, con representantes de todos los sectores. Nos permite mantenernos informados. La preocupación por millonarios dándose gustos en lugar de contribuir verdaderamente a causas que dicen defender se complementa por la preocupación por la libertad de expresión en un espacio que contribuye a la comunicación de, entre otros múltiples temas, uno de los principales desafíos de nuestro siglo: el cambio climático. Tema sobre el cual también hay una creciente desinformación provocada desde ciertos actores para negar la ciencia climática y/o hacer greenwashing con sus productos y servicios.

    Y estas preocupaciones se basan, como siempre, en la ciencia climática. Porque mientras los multimillonarios miran más como habitar (y/o destruir) otros planetas, el nuestro -el único que tenemos para vivir- nos sigue dando muestras de que no venimos haciendo las cosas bien. Por el contrario, un reporte dado a conocer esta semana evidencia, con claridad, el impacto de nuestro (mal)desarrollo. Veámoslo.

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40% de la tierra del planeta está degradada. Este fue uno de los primeros datos que leí en las conclusiones del reporte Global Land Outlook de Convención de Naciones Unidas para Combatir la Desertificación. Los datos que seguían eran menos alentadores y si miraba los escenarios que se proyectan a futuro la curva creciente de impacto negativo se correspondía en paralelo con la curva creciente de mi ecoansiedad. Pero aún se puede actuar. Con una ventana de oportunidad cada vez más cerrada, pero aún se puede.

El reporte va en línea con el tema que veníamos conversando en PLANETA sobre el impacto negativo que está teniendo el modo en usamos la tierra y cómo ello se retroalimenta con el cambio climático.

  • Cómo estamos. Mal. Y no es noticia. Pero de todas las cifras me quedaría con dos. Primero, la cifra que se suele dejar sobre el final: el 50% de la humanidad ya se ve afectada por la degradación de la tierra. No es un problema de unos pocos, es un problema de, al menos, ya la mitad de la población. Segundo, la cifra que ningún científico quiere tener que decir: ya nos excedimos en cuatro de los límites planetarios que, por las dudas recuerdo, teníamos que cuidar y no exceder. Ellos son el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, el cambio en el uso de la tierra y los ciclos geoquímicos. En pocas palabras, esto significa que se nos vuelve en contra en todo aspecto: desde cómo incide en la salud hasta cómo repercute económicamente.
  • Hacia dónde vamos. El reporte hace proyecciones según tres escenarios:
    • Si seguimos como vinimos, es decir, en un escenario business as usual de degradación del suelo y creciente demanda de sus recursos, para 2050 una superficie equivalente al tamaño de Sudamérica tendría una continúa degradación del suelo. Ello se complementaría con una mayor liberación de carbono a la atmósfera.
    • Si restauramos el 35% del área de suelo global a través de agrosilvicultura, manejo del pastoreo y regeneración natural asistida; el rendimiento de los cultivos aumentaría entre un 5 y 10% en los países en desarrollo y la capacidad de absorción de agua del suelo se incrementaría en un 4%. El almacenamiento de carbono aumentaría evitando que eso vaya a la atmósfera y contribuya a más cambio climático. La biodiversidad continuaría disminuyendo, pero esa pérdida no sería tan rápida.
    • Si restauramos y protegemos áreas clave para todo el funcionamiento del sistema climático y ecosistémico, se prevendría la degradación de la tierra así y se evitaría alrededor de 1/3 de la pérdida de biodiversidad proyectada. Las emisiones evitadas y el aumento en el almacenamiento de carbono serían equivalentes a más de siete años del total de las emisiones globales actuales.
  • Hacia dónde debemos ir. Tres claves: conservar, restaurar y usar los recursos del suelo de forma sustentable. Estas son las tres acciones que el reporte califica como un imperativo global para responder ante el problema. El reporte subraya la necesidad de hacer cambios en el modelo de la agricultura moderna que ha alterado la tierra como no lo hizo cualquier otra actividad humana. Para hacer cambios allí es necesario que, a la par, hagamos cambios en los sistemas globales de alimentación.

    El reporte es contundente: "El business as usual no es un camino viable para nuestra supervivencia y prosperidad continuas". No, no lo es. La siguiente información también lo argumenta.

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Ilustraciones: Julieta de la Cal

Y si para reflexionar sobre lo anterior y/o continuar conversando a partir de ello (y las ediciones venideras), necesitamos volver a las bases, aquí una guía clave. En RED/ACCIÓN no dejamos de pensar y repensar cómo seguir comunicando sobre cambio climático. Esta semana publicamos una nueva propuesta: una guía en lenguaje sencillo y de una navegación visualmente muy práctica para informarse sobre la problemática, pero para, sobre todo, tener herramientas para actuar.

Les recomiendo que la miren, la recorran, la lean y, si les parece útil, la compartan para que más personas puedan actuar informadas ante la crisis climática. Pueden acceder a la guía aquí.

Esta guía fue el resultado de un trabajo en equipo, especialmente con Stella Bin, Julieta de la Cal y Javier Drovetto; quienes confían en mi molesta búsqueda de detalles y mejoras a la hora de comunicar sobre cambio climático 🤓 Probablemente en breve tendremos que hacer una guía sobre el Acuerdo de Escazú, porque celebró su primera COP y ahora empieza lo importante: su implementación.

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COP1 del Acuerdo de Escazú | Foto: CEPAL ONU

Lo que la COP1 del Acuerdo de Escazú nos dejó. A diferencia de las COPs climáticas en las que todo es vida o muerte sobre los extendidos minutos/horas/días finales, la primera Conferencia de las Partes del Acuerdo de Escazú tuvo su momento de tensión, problemática, choques y resolución en la segunda de tres jornadas. Y sobre ello profundizamos en la edición de PLANETA de la semana pasada. ¿Eso es todo? Por supuesto que no. Al igual que como cuando se había llegado a consenso con el Acuerdo de Escazú, lejos de ser eso un momento de cierre, más bien fue el inicio del verdadero proceso: la implementación de lo consensuado, LA ACCIÓN.

La COP1 concluyó reforzando que Escazú es un acuerdo del pueblo, por el pueblo y para el pueblo y que, definitivamente y contra todo intento de gobiernos de pedir lo contrario, ese pueblo debe tener una representación activa en el proceso de la negociación y el seguimiento de su implementación para que Escazú realmente funcione y sea histórico.

No voy a repetir los resultados, sí me gustaría compartirles dónde poder profundizar al respecto. Esta COP no me encontró cubriéndola tan activamente como mi segundo horar -las COPs climáticas-, pero sí me encontró activa como mentora de periodistas latinoamericanos que, a través de un fellowship de Climate Tracker y FES Chile, cubrieron la primera COP de Escazú. Aquí les comparto algunos de sus trabajos que, bajo mi atenta mirada, nos dan luz e información sobre un evento que pasó desapercibido de la agenda general de los medios y que nos debiera involucrar a todos.

  • Sobre qué implica acceder a información en asuntos ambientales, Clara Ferrer profundizó en que no solo se trata de un trámite sino en la calidad de la información y en que ello sea igualitario para todos. Su nota para La Voz aquí.
  • Sobre cómo los compromisos no coinciden con la práctica, Wara Arteaga denuncia cómo en Bolivia en lugar de haber avances hubo retrocesos en materia de derechos a comunidades indígenas. Su artículo para Página 7 aquí. En la misma línea, Doménica Montaño refleja la diferencia entre teórica y realidad respecto de la protección de los defensores ambientales en Ecuador. Su nota para GK aquí.
  • Sobre las idas y vueltas respecto de la participación del público en el proceso, Azul Cordo escribió esta nota para LatFem.
  • Sobre qué resultados nos dejó la primera conferencia de Escazú, Tania Chacón dedicó un exclusivo episodio de podcast en Reporte Sandía. Lo escuchan aquí.

Un mensaje de nuestro partner

Sabemos que el cambio climático tiene múltiples efectos en la biodiversidad del planeta. Hoy, la marca de dermocosmética La Roche-Posay nos invita a conocer cuál es el impacto del cambio climático en la población de ballenas francas australes de Península Valdés y qué podemos hacer ante ello.

  • ¿Cómo se origina el vínculo entre el cambio climático y las ballenas? Nuestro sistema de producción y consumo basado en la explotación de combustibles fósiles y modelos intensivos en, por ejemplo, la agricultura y ganadería, genera crecientes emisiones de gases de efecto invernadero que incrementan la temperatura de la atmósfera de la Tierra. Ese incremento también se hace sentir en la temperatura del océano. Ello altera el equilibrio existente en la biodiversidad que habita en el océano. Tal es el caso del krill, que ve reducida su abundancia por ese aumento de la temperatura. Y el krill es fundamental en la alimentación de las ballenas en el Atlántico Sur. 
  • ¿Cómo afecta esto a las ballenas francas? A menor cantidad de krill, mayor será el efecto negativo que esto tendrá en la alimentación de las ballenas. Los científicos han evidenciado cómo las hembras reproductivas son las más vulnerables a esta menor disponibilidad de krill. Esto repercute en su supervivencia y en la recuperación de la población. Las proyecciones científicas estiman que, sin el efecto del cambio climático, las poblaciones de ballenas crecerían a un ritmo de 6.5%. En cambio, con el impacto del cambio climático, ese crecimiento sería a una tasa de 2.6%, es decir, el crecimiento sería más lento. 
  • ¿Por qué esto nos debe preocupar? Cada especie integrante de los ecosistemas cumple un rol vital y las ballenas no son ajenas a ello. En sus inmensos cuerpos, las ballenas absorben dióxido de carbono (CO2), principal gas contribuyente al calentamiento global. Por lo que son grandes aliadas en la acción contra el problema. Pero eso no es todo. Las ballenas son también grandes ingenierasde los ecosistemas marinos ya que, en sus largas migraciones, distribuyen nutrientes que son vitales para la salud del océano.
  • ¿Qué podemos hacer ante ello? Desde ya, hay que actuar ante el cambio climático con todas esas acciones sobre las cuales conversamos semanalmente en PLANETA, desde lo individual y lo colectivo a lo sistémico. También podemos seguir y difundir campañas locales como Guardianas de los Océanos, una campaña que impulsa La Roche-Posay Argentina en alianza con el Instituto de Conservación de Ballenas para contribuir con la conservación y la restauración de las poblaciones de ballenas, generando acciones para mitigar las amenazas que enfrentan en los océanos. Pueden conocer más sobre la iniciativa aquí

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Ilustración: Victoria Guyot

En agenda: un Espacio Planeta en el Quilmes Rock. ¿Quién dijo que no se puede comunicar sobre ambiente en medio de un festival de rock? Bueno, nos invitaron a participar del Quilmes Rock con el lindo desafío de trasladar el propósito de esta newsletter: informar, concientizar, promover un cambio de acción. Yo estaré haciendo entrevistas a distintos referentes y el espacio contará con la presencia de distintas organizaciones e iniciativas afines a la temática. El foco estará puesto en las necesarias soluciones que debemos impulsar ante la crisis socioambiental.

Espacio Planeta estará presente este sábado 30 de abril y el domingo 1ro de mayo en el festival de rock que se celebrará en Tecnópolis. Si ya tienen sus entradas, ¿nos vemos ahí! Y si aún no las tienen, apúrense que quedan las últimas 🤟🏼

Y te cuento que si no vas a ir, podés seguir las conversaciones y ver un resumen de lo mejor de Espacio Planeta en nuestro Instagram

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La próxima semana PLANETA retoma el tema de incendios con un análisis que estuve haciendo mientras las llamas ardían y que es importante no olvidar ahora con ellas apagadas. Mientras, regresaré a la presencialidad de la Feria del Libro en Buenos Aires para hacer una búsqueda de las publicaciones sobre cambio climático. Si ven algo, ¡avisen! 📚 Ah, y la foto es con Yiyo porque mañana es el Día del Animal en Argentina y siempre es una buena excusa/recordatorio de que es necesario que nos involucremos más para que todas las especies tengan una vida digna.

¡Un saludo!

Tais

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Información para actuar y cuidar al planeta. Todos los miércoles, por Tais Gadea Lara.

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